La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Navegando por los mares interiores de Dinamarca. En Dinamarca los transbordadiores han sido arrinconados pero no vencidos. Tienen sus detractores y sus defensores, apoyándose unos y otros en la defensa del medio ambiente. Que contamina más: un barco cargado de coches que salva en hora y media la distancia que separa Kalundborg de la isla de Samso o esos mismos coches circulando durante tres horas? Doctores tiene la santa madre iglesia…

Lo cierto es que los transbordadores se ven con anos encima y sin el encanto de antano, cuando embarcarse era una aventura. Además, la fiebre de las maquinitas en las que se mete dinero para ver si sale más dinero prácticamente ha pasado, y el transbordador en el que navego cuenta solamente con un par de ellas que no han sido usadas en lo que llevamos de travesía. La comida es estándar, y el cuarto de juegos de los ninos se reduce a un pequeno tobogán y a una piscina de pelotas. Hay poco personal a bordo y el encanto ha sido sustituido por esos daneses que suben a cubierta en manga corta a pesar de que el termómetro marca 14 grados y el viento sopla de manera desagradable.

Obviamente, nadie habla con nadie excepto que se viaje juntos. No es el transbordador lugar dado a encuentros a pesar de que a la media hora el aburrimiento (el cielo está gris y la costa se dibuja como tenue línea en el horizonte) el pasear por tan cerrado recinto hace que ya nos conozcamos todos.

No, no resulta fácil saber cuál es el futuro del otrora pujante y nervioso sector de los transbordadores daneses. Pero convengamos en que tampoco resulta nada bonito ni encantador comenzar a unir isla tras isla con puentes más o menos enormes. Y algunos, sea dicho de paso, implican carísimo peaje. Cualquier tiempo pasado fue…?