La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Odense (Dinamarca). En el excelente zoo de Odense han atado un caballo a un árbol caído. Para ser exactos, el equino fue atado por la parte inferior de la pata trasera izquierda con una cuerda de cánamo gruesa y de entre dos y tres metros de longitud. Por eso mismo, cuando los muy numerosos visitantes acceden por un roquedal oportunamente reconvertido en mirador lo primero que ven es el esqueleto del jaco, con mucha ensangrentada masa muscular aún y todos los intestinos hinchados y de colorines, desparramados por las inmediatas cercanías del costillar. Y encima, no huele a rosas.

Eso lo ven todos aunque sea un repulsivo segundo seguido de alguna interjección común a la mayoría de los idiomas del mundo. Para muchos es gigante sorpresa y para otros es comprensible sorpresa, porque el animal fue atado a un árbol que se levanta en el territorio asignado a cuatro hembras y un macho de leones, que no han dudado en dar buena cuenta de tan sabroso manjar.

A cien metros escasos de lo que queda del caballo los servicios están limpísimos. La vida es así, al menos en este planeta.

(PD: el caballo estaba caliente, pero sin vida, cuando los leones se abalanzaron sobre él)