La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Odense (Dinamarca). Encuentro Odense como siempre. Es una ciudad que rápidamente se controla desde el punto de vista geográfico y muy raras veces abre el corazón de sus ciudadanos, que parecen estar siempre en dos y sólo en dos sitios: el camino de tierra que marcha paralelo al río y la corta calle principal de los comercios.
El primero se ha convertido en vía de acceso al corazón de la urbe, en lugar de paso de bicicletas y en pista de entrenamiento de los que hacen jogging, que, al parecer, deben de ser todos los ciudadanos de Odense. La segunda no tiene mucho que contar: estándar y sin encanto.
Hoy, casualmente, hay varios miles de personas en otro enclave, al otro lado del río: en una gran extensión de tierra y césped, cuidada pero sin llegar a la categoría de parque, que acoge una monumental exposición de maquinaria agrícola y de las mil y una pericias que son capaces de hacer los animales domésticos: desde elegantes saltos de caballos hasta carreras a todo jamón de unos bien alimentados y limpios gorrinos, pasando por una competición de destreza ante obstáculos cuyos protagonistas son… los conejos.
Dinamarca, claro.