La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Red Natura del río Tambre. Ayer he vuelto al Ratatouille, en A Coruña. Sumábamos nueve a uno y otro lado de la mesa, y lo de menos fue la comida. No porque no estuviera buena (siempre lo está, a lo que se ve, con sobresaliente para la quiche y notable alto para el flan casero), pero en este caso no era lo más importante. Porque Carlos Rodríguez, el infatigable alma mater de la Escuela Universitaria de Turismo, y yo despedíamos a siete mujeres muy jóvenes. Ahí estaban por última vez con nosotros, en distendida comida impregnada con un toque nostálgico, Miriam (a mi lado, los ojos más bonitos de A Coruña y excelente estudiante), Iria Bello llevando consigo su elegancia; Isabel con su saber estar tanto la pongan en una emisora de radio como en un hotel; Iria Pazos, siempre tendiendo a hablar poco pero portadora de una alma noble; María, optimista como todos los días y con un buen futuro profesional por delante; Antía, una auténtica promesa para el turismo español que, los hados lo quieran, dentro de poco acaba su formación en Nueva York; y Aldara, la reina del blog de la Escuela de Turismo, pensando donde pone los pies, persona de mirada limpia y, desde luego, infatigable trabajadora.

El curso acabó. Ellas, prácticamente todas, finalizan la carrera y se incorporan al mundo laboral. Despedíamos, sí, a un grupo de mujeres que dejaban con brillantez la categoría de alumnas. Carlos Rodríguez estaba feliz aunque sabía que el mérito no era suyo. Ni mío, por supuesto. Es suyo, de ellas. Porque ellas son el futuro. Mucha suerte, amigas.