La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Santiago de Compostela. Corría el año del Señor de 1971 cuando di con mis reales en Santiago con el ánimo de estudiar incrustado en el cuerpo (más o menos). Mis primeros meses pernocté en Doctor Teijeiro, 24. Y rápidamente inspeccioné el terreno con el fin de ver dónde abría sus puertas una buena pastelería. La verdad es que no recuerdo si fue entonces o más adelante cuando descubrí en el número 32 de mi misma calle una llamada El Coral. Lo cierto es que voy allí desde hace décadas. La recuerdo en la distancia como demasiado grande, algo oscura a pesar del escaparate y con un trato que podía ser más cordial.

Hoy he vuelto, como he hecho tantas y tantas veces. Aquella imagen no muy positiva hace muchos años que pasó a la historia. Es amplia, con un cromatismo variado y agradable y, por supuesto, buen trato. Pero lo que cada vez me admira más de El Coral son sus chocolates. Porque allí lo saben todo de los chocolates y, además, los preparan e informan al visitante con una hojita en la que están resumidos nada menos que 57 tipos: con leche de naranja y 35% de cacao, reserva espacial especial (¡gracias Elena!) Cuba con 70% de cacao, sin sacarosa pasta de cacao y malitol con manteca de cacao y licitina, o gran reserva de la plantación Madirofolo de Madagascar con 62% de cacao, por decir unos ejemplos cogidos al azar.

Estamos en lo de siempre. Como decía San Bartolomé, «no busqueis la verdad en el fondo del pozo porque está en el brocal» (también más o menos). A veces tenemos en casa mejores cosas que allá lejos.