Red Natura del río Tambre. Tras un par de intensos días en la Festa da Troita de Sigüeiro, empecemos bien la semana. Es lunes, mucha luminosidad ahí fuera, y mientras desayuno y planifico las siguientes horas me viene a la cabeza mi reciente viaje a Alicante.
Sí, el Mediterráneo es el paraíso del turismo, pero paseando 24 horas por esa ciudad, en plena primavera (lo cual quiere decir con muchos guiris pero sin agobios), uno se da cuenta de que Galicia sólo tiene que envidiar el sol. Punto final. Otro día hablaremos del agotado, agónico e insostenible modelo turístico de aquellos lares. La única reflexión urgente es que, desde luego y a pesar de todos los gárrulos que hay por este país adelante, ganamos en amabilidad. Porque allí la avalancha sostenida en los años es tal que las sonrisas escasean. Pura rutina despersonalizada. Por lo menos yo podría citar ahora mismo 20 restaurantes, otros tantos hoteles y 100 casas de turismo rural gallegos en los que la acogida es lo contrario: personal y cálida. Por supuesto que no hay que conformarse, pero un poco de autoestima no nos venía mal: somos buenos, vamos por delante y aún lo haremos mejor.
Y que tenga usted una feliz semana. A fregar el desayuno, a calzarse las botas y a explorar Galicia. Que para eso me pagan.
y a pesar de todo seguimos queriendo nuestras vacaciones fuera de galicia, pero en fin, «al septimo día descanso».
Sí, cierto, pero hay algo en el ser humano por medio del cual siempre atrae lo lejano. De ahí los descubrimientos. Y las vacaciones, cuanto más lejos, más que contar. Juro que mi experiencia en las lejanas islas Feroe no fue muy positiva.
Pues que quieres que te diga, aqui en Rochester, ademas de tener tornados, amish, medicos y pc’s, no cato nada que me lo haga inolvidable. Lastima que Galicia, que debia ser un paraiso, se haya quedado en algo que solo se puede ver desde las alturas, porque si bajas al detalle y ves nuestro «urbanismo» te das cuenta que esta generaci’on, la nuestra, es responsable de dejarle a que viene una «tierra quemada» por el testero, la «casa que cuanto mas se vea mejor», los cinco pisos en poblachos de 300 habitantes, etc. Lastima, porque viendo esto, Galicia debia ser el paraiso (y no lo es, porque pone de muy mal humor pasear viendo todo el rato «lo que pudo haber sido y no fue»)