Cachopal. El día no acompañaba, cierto, al menos por esta parte al norte de Santiago de Compostela. Amaneció bien gris, con el monte mojado, y a las 12 llovió algo, poco. Pero salimos igual. ¡Aviados estamos si esperamos a que luzca el sol! Tenemos que copiar de los británicos, que pase lo que pase dejan su casa por unas horas.
Pues eso, que al coche, impermeables, botas de repuesto y a descubrir la parroquia de Marzoa, en el municipio coruñés de Oroso, de la cual hay algún estudio a cargo de Manolo Pazos, un historiador local de lujo. Como él hacían falta en todos los municipios de Galicia.
Tierras alomadas, muy bonitas y acogedoras para dar un paseo por alguna de las pistas. Están abriendo una estúpida carretera que sobra, desde luego. Los núcleos de población, vulgares. Buscábamos la iglesia parroquial al pie de un castro, aunque la cosa llevó más tiempo del previsto porque las señales escasean y acabamos perdidos, y porque Martín se empeñó en comprobar la eficacia de una cortadora de hierba de un tractor.
En fin, el entorno de la iglesia se halla arreglado pero el templo, en buenas condiciones, no vale mucho. El pazo vecino se halla cerrado a cal y canto así que no se ve ni una de sus paredes. Un paseíllo y al castro, en un outeiro precioso. Pero la aldea prehistórica, rigurosamente bajo tierra, está poblada… de nuevo. Salvo en la croa, su punto más alto, donde crecieron los eucaliptos, el resto o bien muestra setos cuidados, o casas modernas y establos (¿cómo diablos han dado licencia municipal para construir ahí?), o campos roturados. Pero lo interesante es que sabemos que ahí vivieron nuestros antepasados, lo cual no es poco.
De retirada hacia Sigüeiro, y por aquello de la vagancia inherente al 1 de mayo, decidimos parar a comer en la parrillada Cachopal. Bonita, muy agradable, precio medio, mucha amabilidad y comida aceptable, y en medio del notable café de pota y chupito (no me toca conducir hoy), a escribir este post.
En fin, excursión bonita para un día. ¿Volver? Hombre…
Cristóbal, acerca del tiempo: tenemos que copiar, sobre todo, a los escoceses… que dicen que para ser escocés y ser feliz es fundamental tener «the right attitude to rain»… es decir, ignorarla. Es además el título de una novelita de detectives de un autor que a veces me gusta y a veces no pero que en cualquier caso ha vivido en Escocia y en Zimbabue y por tanto sabe algo de choivas chubascos y chaparrones.
Gracias, no conocía esa expresión. Precisamente hoy pasé media hora visitando en internet las web de las Hébridas. Pero no nos dejes así: ¿quién es ese autor? ¿Está su novela en español? ¿En qué editorial?
Pues por si interesa: Alexander McCall Smith. Sus portagonistas son mujeres detectives. Tiene una serie africana cuya protagonista es Mma Ramotswe, fundadora de la primera agencia de detectives para señoras de Gaborone (Botsuana), muy graciosa. Está traducida y la recomiendo. Y una serie escocesa a la que pertenece «the right attitude to rain», en la que Isabel Dalhousie, editora de una revista sobre filosofía, también se dedica a husmear misterios. A mí me gusta menos porque la prota tiene menos gracia que la otra. La obra citada aún no está traducida que yo sepa porque es del año 2007 pero seguro que se traducirá.
A mi me interesa esto que vi en:
http://www.montelouro.es
Queremos detalles de la parrillada Cahopal.
Gracias,un saludo