Santiago de Compostela. Voy a ver a Isabel Chousa y a Mariña Bello. Trabajan en la Dirección Xeral de Turismo y, aunque discretas, siempre tienen grata conversación y algo se aprende. Isabel lleva tiempo dedicada, sobre todo, al Camino de Santiago. Mariña es, como quien dice, una recién llegada que aprende a toda máquina echándole muchas horas, ferrolana como yo. Me ven llegar y, sin dejar de sonreír, retiran apresuradamente carpetas y papeles de encima de sus mesas (“Xa sabemos que tes unhas mans moi delicadas”, ironiza Mariña; “Isto é reservado”, añade Isabel cerrando a toda prisa un cajón. “Os documentos administrativos son públicos”, protesto en vano yo intentando otear algo por si hay noticia agazapada).
Es lunes por la mañana y se acumulan mil y una cosas pendientes en una dirección xeral que echa humo (“É que o director non para”, dice alguien que pasa por allí, no sé si alabando a su jefe o quejándose de él). Por algún lado aparece un programa de las jornadas ¿Qué paisaje para quién?, que se celebran mañana toda la mañana en la sala paraninfo de la Facultade de Xeografía e Historia compostelana, y en las cuales Canadá tendrá un papel protagonista porque dos expertos contarán la experiencia del gran país americano. Las charlas parecen interesantes, por lo menos sobre el papel. Seguro que no saldrá de esas vetustas paredes una solución mágica que remate con el galaico feísmo, pero por lo menos espero que insistan, insistan e insistan. Esa es nuestra guerra.