Autonecrológica
Impresionante (por no usar palabras de mayor calibre) la autonecrológica que ha dejado escrita en su blog el escritor y periodista Javier Ortiz, fallecido esta madrugada. Que la tierra le sea leve.… Seguir leyendo
Impresionante (por no usar palabras de mayor calibre) la autonecrológica que ha dejado escrita en su blog el escritor y periodista Javier Ortiz, fallecido esta madrugada. Que la tierra le sea leve.… Seguir leyendo
Georges Perec… Seguir leyendo
«DESDE la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Los canillitas merodean entre los vehículos detenidos por el semáforo de Wilson voceando los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzan, también, hacia la Plaza San Martín. Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál?».
El arranque de Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa, es uno de los comienzos más contundentes de la narrativa del llamado boom latinoamericano. La frase «¿En qué momento se había jodido el Perú?» se queda pegada a tus neuronas y te persigue, con ligeras paráfrasis, el resto de tu vida. … Seguir leyendo
«A reductio ad absurdum é uma das minhas bebidas predilectas». Trecho 297, Livro do Desassossego, Bernardo Soares.… Seguir leyendo
La autobiografía es un género para maestros consumados. Hay que llegar a la altura de Gómez de la Serna –sí, otra vez Ramón, qué pasa– y enfilar el género allá por la madurez, cuando lo de escribir en primera persona se convierte, precisamente, en una Automoribundia. La literatura del yo exige agallas, porque resulta que el tipo que se sienta ante el ordenador es el mismo que se agazapa emboscado entre las palabras que brotan del teclado (la escritura automática existe: basta con comprobar lo que sucede cuando una tecla se queda enganchada y emerge en la pantalla una hilera infinita de efes). El tipo que escribe es el mismo personaje vapuleado por la vida del que habla el autor al describir en su prosa meticulosa una pelea en un bar, un coito en un tercer piso sin ascensor o una visita accidentada al potro del dentista (una especie … Seguir leyendo