La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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La plaza se queda sin libro

En Los Ángeles un tipo ha abierto The Last Bookstore, una librería que se llama exactamente La Última Librería. Claro que Los Ángeles es la ciudad apocalíptica por excelencia. En Los Ángeles escribió Bukowski, el gran Chinaski, su demoledor Dinosauria We, un poema en el que anticipaba el hermoso silencio que seguiría a la hecatombe nuclear. Y en Los Ángeles transcurre otro icono del apocalipsis zombi o vampírico: El último hombre vivo, esa peli en la que Charlton Heston es el único superviviente —al menos el único humano en sentido estricto— tras una devastadora guerra biológica entre China y la URSS.

A Coruña, ya lo decían las abuelas al ver a las chicas haciendo toples en Riazor, no es Los Ángeles. Pero a este paso cualquier día abre a la vuelta de la esquina La Última Librería. Porque, a falta de apocalipsis zombis, nucleares o bactereológicos como los Seguir leyendo

San Carlos, un jardín con candado

En Galicia antes llovía de octubre a mayo y los viejos del lugar se limitaban a observar, entre calada y calada al cigarro de picadura selecta, que hacía mal tiempo. Ahora lo llaman ciclogénesis explosiva, que suena muy a peli de ciencia ficción, hasta parece que en cualquier  momento puede asomar Flash Gordon cabalgando las olas descabelladas del Orzán. También hay trenes de borrascas, que es cuando las nubes, como los parvulitos de las Escuelas Populares Gratuitas, se ponen en fila india y se agarran por el mandilón unas a otras para desplazarse por el mundo.

El caso es que con esto de los trenes de borrascas y la explosión de las sucesivas ciclogénesis, el jardín de San Carlos lleva encerrado consigo mismo como dos meses, enjaulado tras la verja de la que cuelga un letrero municipal:

«El jardín de San Carlos permanece cerrado al público debido al aviso de … Seguir leyendo

La Barra, la cafetería portátil

Un buen día, cuando la burbuja inmobiliaria, unos avispados hosteleros decidieron que la antigua Barra de Riego de Agua esquina a Luchana no era antigua, sino una antigualla. Había que poner en su lugar algo más moderno, más in, como dicen los finolis. Y, como suele suceder cada vez que llega lo in, hubo que sacar algo out para hacer sitio. En este caso se fueron out los vejetes que echaban la partida atornillados a su silla durante timbas que podían durar más que las 24 horas de Le Mans.
Otro buen día, para ceder el paso a la modernidad y el progreso, los camareros de la antigua Barra de Riego de Agua agarraron sus bártulos, sus mesas de mármol, sus barajas, sus percheros de madera barnizada por el humo y el tiempo, su parchís y sus jubilados atornillados a las sillas desvencijadas y se largaron un par de calles … Seguir leyendo