La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
Seleccionar página

Atasco rachado

Hoy, 25 de julio, no quedará carballeira ni atrio asfaltado sin su exaltación patriótica, sin su pulpito, su muiñeira y su aguardiente de hierbas, de ese que non fai dano, que non ten grados, nin química, nin nada, pero que te fulmina el cerebelo al primer disparo. Hasta ahí, perfecto, fiestuqui y a correr. Pero hoy, más que el Día de Galicia, de Santiago, del patrón de España o da Patria Galega, es el día del atasco total. Porque, igual que los vaqueros siempre ataban las riendas del caballo a la puerta del salón, el conductor autóctono tiene la extraña costumbre de llevar el coche no ya hasta el campo da festa, sino hasta el altar mismo de la ermita, como si fuera a contraer matrimonio con el 16 válvulas tuneado en el garaje de su primo. Por culpa de ese hábito, que los científicos sitúan en un gen mutante … Seguir leyendo

La máquina del tiempo

El verano es, a su manera, una máquina del tiempo, pero sin el encanto literario de H. G. Wells. A España, sin ir más lejos, la devuelve a las películas de suecas de Esteso y Pajares, o incluso a las de Paco Martínez Soria, que siempre llegaba del pueblo en plena canícula, sudando la gota gorda y flipando con las minifaldas salerosas que se gastaban las madrileñas para no pasar calor. Porque eso, un largometraje rancio, casposo y trasnochado es el verano cañí y sus famosos apartamentos a pie de playa. Lo de «a pie de playa» es de coña, claro, porque con los rascacielos que se han calzado sobre la duna misma el pisito cae en la planta 40 o 50, y el ascensor tarda tanto en bajar que, cuando llegas al portal, ya es de noche y tienes que subir otra vez para bañar y … Seguir leyendo

Hoy cocino yo

Uno de los marrones que todavía no han arreglado los ministerios y concejalías de la cosa es la igualdad ante los fogones, porque en este país nuestro tan coñón los tíos en general y los puriles en particular no pisan la cocina ni para tirar una colilla al polvo. El ser humano de sexo masculino, eso que vulgarmente llamamos tío, solo se acerca a la vitrocerámica si hay mucha guita por medio y va de chef del lugar. Pero, con el solsticio de verano, el varón sufre un cambio metabólico irrecuperable y escupe esa frase legendaria:

—Hoy cocino yo.

Tenemos así al macho carpetovetónico, siempre con una birra adherida a la zurda, plantado delante de la paella, explicando a los asombrados colegas que solo él consigue darle al arroz el punto justito de cocción. Lo malo es que, cuando el cocinillas lleva ya una docena de garimbas en el tubo … Seguir leyendo

Todos medievales

Otro hongo del verano es la feria medieval. A un tipo lo nombran concejal de Fiestas de uno de esos pueblos desgraciados por el urbanismo contemporáneo, donde florecen el neón y el ladrillo vista, y lo primero que monta allí es una feria medieval, aunque lo único que data del Medievo en la plaza de hormigón armado es el cerebro del edil, que se quedó atrofiado en el siglo XII y no siguió el proceso darwiniano de la evolución de las especies. El mismo teatrillo histórico que tiene mucho xeito en las rúas de Betanzos, Mondoñedo o Ribadavia, en otros rincones de nuestro Salvaje Oeste queda un poco travelo, con los titiriteros y las mesoneras sobre el asfalto, vendiendo trapalladas y brebajes al pie de un cajero automático y con la megafonía soplando a todo vatio. Menos mal que cuando llegue el AVE a Galicia lo hará tan tarde que … Seguir leyendo

¿Quién dijo tranquilito?

Circula por ahí una teoría infundada según la cual trabajar en verano es una bicoca que se reduce a pasar a fichar, echarse unos cafetitos al píloro y listo. Ja. En la oficina de toda la vida cae julio y se esfuma media plantilla, que sigue al estilo navajo el rastro del jefe hasta el aparcamiento. El boss hace clic al mando de la puerta del garaje y asistimos a la versión 3.0 de La fuga de Alcatraz. Así que los tres pringados de siempre, los tontainas que se quedan todo el verano a pie de trinchera, aporreando dos teclados a la vez en plan Nacho Cano, son algo muy parecido al tío Tom, el de la cabaña, y sus colegas de la plantación de algodón. Apechugan con su faena, la de su primo y la que traiga el Nordés sobre su chepa. Pero lo peor no son … Seguir leyendo