Antes del blog, claro, ya existía el blog. Era de papel. A menudo manuscrito. Y los había hermosísimos. Qué es si no El cuaderno gris, de Josep Pla, que la fundación que lleva su nombre ha convertido en una preciosa bitácora digital: elquaderngris.cat/blog/, publicando cada día la entrada correspondiente a la misma jornada de hace noventa años (nos lo contó el sábado Pablo González en el suplemento Culturas de La Voz). El catalán original se deja leer bastante bien (uno, como presumía Aznar, parla català en la intimidad, será porque el menda estuvo un par de años en Barcelona, subiendo el barrio de Gràcia a mano derecha, en la calle Perill, o sea del Peligro). El cuaderno es el dietario de dietarios. La invención misma del dietario.
Otros blogs de papel, o blogs antes del blog, son los Dietarios del gran Pere Gimferrer, las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna y, por supuesto, esa joya titulada Libro del desasosiego que firmó el gigante Fernando Pessoa. Otro enorme escritor portugués, Adolfo Correia da Rocha, más conocido por su seudónimo de Miguel Torga, firma unos Diarios que son, sencillamente, pura filigrana bloguera.
Todas estas obras resistirían sin pestañear el paso del papel a la Red. ¿Sobrevivirían los blogs el salto al papel? Algunas brillantes propuestas seguramente sí. Aunque tal vez la pregunta ya no tenga mucho sentido.
Igual la pregunta no tiene mucho sentido, pero no deja por ello de plantear una hermosa controversia, de belleza conceptual e idealistica. ¿Merecerían acaso algunos de nuestros blogs quemar con sus letras surcos indelebles en un papel?
El 15 de Diciembre de 1999, en algún momento entre las 7:30 y las 8:00 d ela mañana, una frase de algún autor sudamericano, cuyo nombre se escapó de mi memoria en aquel mismo instante, decía así en la radio:
» Una lágrima jamás emborronará la página de un E-mail»
Me muevo con cierto placer en el nuevo medio, pero no puedo evitar ser una enamorada del papel, del papel manuscrito, de sellar con mi letra, con mis propios trazos un papel… soy una enamorada del papel, de su tacto y su textura, precisista en el detalle, el peso de la pluma, del bolígrafo, el trazo del lápiz.
De la linea cuidada, de la línea espontánea o bien nerviosa y rápida.
Soy una enamorada, pero creo que nos encontramos por aquí más de un amante de las viejas costumbres.
Según lo pienso, lo escribo, y creo que bien podríamos los «farrapeños» (me lo inventé, sí 😉 el palabro, digo…) crear un espacio postal al rededor de las ideas de nuestro querido Luis. Me equivoco amantes de las palabras?
Apuesto a que amaís el papel como yo lo hago…
p.d.: Confieso: justo entre ahora a curiosear aquí, mientras escribía una carta -con tintero y pluma!- en un papel que yo misma envejecí tras un largo proceso de arrugado, bañadao en café, secado al sol, tostado con fuego… una carta que tengo intención de hacer cruzar medio planeta!!! Como anillo al dedo e insipiradoras tus palabras, aunque creoq ue me desvié del tema central.
Me ha gustado mucho el post!! Hacía falta decirlo?
Dejo besos a repartir queridos «farrapeños»!!!!
😉
Gracias, Ada, por tus piropos al blog en general y al post en particular. Yo creo, como tú, que una cosa no quita la otra: podemos bloguear y escribir cartas en papel. No creo en esas teorías apocalípticas de que las pantallas van a acabar con la cultura. En fin, otro día escribiré algo más extenso sobre eso, porque ahora veo que me va a salir un comentario de dos mil palabras, que tampoco es plan. Nos leemos.