Hay lectores inquietos que piensan que la información internacional es muy aburrida. Demasiado seria. Demasiado análisis geoestratégico. Según la opinión de estos espectadores de la realidad mundial, la política internacional y sus dameros son como una eterna lección de geografía humana, o física, o política, quién se acuerda ya de la diferencia entre aquellos mapas en blanco del cole, unos había que rellenarnos con nombres de países y capitales, y otros con los nombres de ríos larguísimos, como el Volga y sus remeros.
El lector abre la sección de Internacional y, atemorizado, huye hacia los deportes, pasa las páginas velozmente, porque sospecha que le van a propinar de nuevo una clase de geografía, de aquellas del viernes por la tarde que nunca acababan, se teme que el profesor va a desplegar en cualquier momento uno de aquellos mapas que dormían enrollados en una esquina del aula de EGB (ahora ya hay mapas digitales, que cambian en directo, con las guerras y las diplomacias y las onus que las parieron).
Pero el lector, en esta ocasión, se equivoca porque, a menudo, las páginas de Internacional están más cerca del surrealismo que de la geoestrategia. Ahí está, por ejemplo, el cardado sin una sola cana que luce el temible tirano norcoreano Kim Jong-il, sí, el de los misiles nucleares a granel, que debió confundir un reactor atómico con el secador de pelo y así le ha quedado el tupé. También tenemos, en otra pista del circo internacional, los cuatro días que durará la próxima emisión de la telecomedia (¿o telenovela?) venezolana Aló, presidente, con Hugo Chávez en el papel estelar. Y, last but not least, hallamos esta perla del líder de la Liga Norte italiana, Umberto Bossi, sobre los escarceos sexuales del primer ministro Silvio Berlusconi: «Los políticos no tenemos tiempo para sexo y, honestamente, Berlusconi tiene ya sus años. Existe la viagra, claro, pero yo creo poco en eso».
Toma geoestrategia.
Hombre Luís. Coincidirás conmigo en que si determinados políticos/as tienen tiempo para algo es para sexo. ¿O no?. ¿Tendrá eso algo qué ver con la erótica del poder?. En sus puestos de trabajo no la rascan. Llegan a casa descansados y claro, luego pasa lo que pasa, mientras que el contribuyente de a píe siempre con las dichosas y sempieternas jaquecas. Abrazos.
Es el momento de reinterpretar que la historia se repite como comedia y como tragicomedia…
Sobre este fantástico personaje lo mejor que he leído es «Pyongyang», la novela gráfica de Guy Delisle. Me da que también la leyó Sistiaga antes de ir allí a hacer su famoso reportaje, porque seguía las viñetas casi por orden…
Pues a mí la información internacional es la única que me interesa. Al menos lo único que queda ya de información suele salir ahí. Además de estos chascarrillos.
Que le pregunten a Clinton…
Un abrazo.
Suelo guardar en cajones las cosas más disparatadas. Una de las más abundantes son los recortes de prensa y, como una «joya», guardo un recorte de El País del 6 de abril.
La noticia habla de la indignación de la comunidad internacional contra Corea del Norte por lanzar un misil de largo alcance que, sospechan, forma parte de un programa de misiles balísticos, lo cual, constituye un desafío y una amenzaza para el diálogo, la paz mundial y bla bla bla.
Sin embargo, los coreanos juraron por sus muertos que se trataba del lanzamiento de un satélite de comunicaciones con fines pacíficos. Según Pyongyang -copio literalmente- y a continuación el disparate más divertido:
«El disparo fue efectuado a las 11.20 de la mañana (siete horas menos en la España peninsular), y , tras alcanzar su posición, el satélite comenzó a emitir hacia la Tierra «canciones revolucionarias inmortales de loa al general Kim Il-sung», fundador de Corea del Norte, y a su hijo y actual líder, «el general Kim Jong-il».
No me digáis, no me digáis. Saludos
Primero, perdón a todos por el retraso en contestaros, pero he estado un poco liado con la vida en el mundo real, que también existe, aunque a veces parezca que no. Y, segundo, daros las gracias a todos: Nano, Diego, Rubén, Alfredo y Álvaro por vuestros sesudos comentarios, que afinan, y mucho, lo escrito aquí. Un fuerte abrazo.