A Mariano José querría verlo yo aquí y ahora, en la era de la Administración electrónica, ja, tratando de arreglar un papel cualquiera en una oficina pública en pleno agosto. Y, para más intriga y dolor de barriga, en la semana grande, donde lo único grande es el vacile al paganini, que para sellar un humilde folio en el registro necesita tres visitas al mostrador, cuatro tilas bien cargadas y quince fotocopias compulsadas, qué rigor el del funcionario autóctono, no baja la guardia ni en verano. Lo grande de esta semana, ya digo, es la larga cambiada que le pegan al contribuyente en todas las ventanillas, porque lo que se denomina, así en general, horario de atención al público, se reduce tanto que para leerlo en el cristal de la puerta (cerrada, claro) hay que llevar un microscopio de bolsillo encima. Al colega de Larra, en agosto del 2015, no le soltarían eso de vuelva usted mañana, sino directamente, en todos los morros, vuelva usted en septiembre.