Pasó su mano sobre el lomo de la literatura española de la misma manera que vivió: a contrapelo. El ourensano José Ángel Valente pertenecía a esa estirpe de autores genuinos, dotados de una profundidad y una honestidad intelectual que hoy casi resultan insultantes en medio del cambalache de capillas, simulacros y falsificaciones del planeta low cost que todos hemos contribuido a montar sustituyendo la antigua (y a menudo incómoda) realidad por complacientes decorados de cartón piedra. Este Diario anónimo rescatado ahora de sus báules póstumos es una bofetada en los morros de quienes han olvidado que un día hubo creadores, como Valente, que levantaron su obra desde la hondura de una reflexión en la que no estaban permitidos los atajos ni los enjuagues.
Bravo, Luis!
Viva Valente!