Escribe Ramón Loureiro en Velut Umbra, su columna semanal en el suplemento Culturas de La Voz del 24 de enero del 2009:
«LOS VERSOS son de Luís Pousa, pertenecen a ese su primer y magnífico libro que es O embigo do mar: «Noite de esporas azuis / derramadas polo ceo. / Claridade de pedra…». Matemático formado en las aulas venerables de Santiago de Compostela y Barcelona, y también en las no menos venerables del University College de Dublín, Luís, como ustedes no ignoran, es periodista de profesión. Por cierto: uno de los periodistas que mejor escriben de cuantos uno conoce, que afortunadamente son muchos y entre los que por suerte también abundan los que escriben de manera brillante. Del libro de Luís, dotado de una profundidad, una solidez y una grandeza poética que no abundan, han escrito algunos de los que con mayor autoridad podrían hacerlo; por tanto, lo que diga uno (que no tiene autoridad ninguna ni para esto ni para lo demás) importa más bien poco, por no decir que nada. Pero, así y todo, no es fácil resistirse a dejar aquí constancia del propio convencimiento de que los libros así, nacidos del silencio y de la autoexigencia y de la búsqueda de la excelencia y del amor por la escritura —también de todo cuanto de vida en las letras hay—, son los que engrandecen una literatura. No los que nacen de la precipitación, de la autocomplacencia y del rítmico pero un tanto cansino —queríamos poner eso, cansino, sí; esta vez no hay ningún error— ruido de la música de bombo. El caso es que ese libro de Luís, entre cuyas páginas todo es autenticidad y plena ausencia de impostura, tenemos pensado llevárselo esta mañana, unos cuantos amigos muy aficionados a la literatura, a otro gran poeta, Miguel Carlos Vidal. Para que nos dé su opinión. De Vidal, por cierto, cofundador de la emblemática revista literaria Aturuxo, que en la difícil posguerra española —y de la mano también, entre otros, de Tomás Barros, Mario Couceiro y Miguel González-Garcés— hizo de un Ferrol mayoritariamente gris un lugar de referencia para las mejores letras de la Península, va a sacar a la luz en cuestión de días la editorial compostelana Follas Novas, que dirige Luis Alonso Girgado, un volumen que reúne toda su obra ensayística, entre la que se incluyen estudios dedicados a autores como Cunqueiro, Brines y Xulio López Valcárcel. Hablando precisamente de Cunqueiro, a Vidal le escuchamos contar no hace mucho, en una tertulia de sábado, lo que el mindoniense predicaba de los hábitos del lobo; y también recordar que Fole, cuando no podía ir a comer con quienes lo habían invitado, jamás dejaba de pasar por allí para, al menos, dar las gracias».
Luís,
Creo q ya te lo he preguntado y me disculparás si mi reiteración molesta: sabes cómo obtener el libro en USA? No he podido dar con él en Barnes ni en Borders. Deduzco que es edición local. Amazon quizás?
Me gustaría acceder a él.
Saludos,
D
Noraboa unha vez máis, meu amigo!
A.M.
Señor El Gemelo Malvado: Aconséllolle que o adquira a través do Clube de Lectores Biblos
http://www.biblosclube.com
(Mandaranllo por correo ao seu domicilio.)
Hola, Diego. Perdona la tardanza en contestar, pero este fin de semana me toca trabajar y estoy algo liado. Como apunta Almiral lo puedes conseguir en Biblos (www.biblosclube.com) o en alguno de los otros enlaces a librería que he puesto en la categoría «O embigo do mar» del blogroll (aquí, a la derecha). Un abrazo y gracias por tu interés!
Almiral, gracias de novo. Unha forte aperta!
Si leyera cosas como esas de mi obra, (fuera cual fuera esa obra, no necesariamente un libro de poesía.), yo pensaría.
No puedo permitirme otra cosa que no sea la felicidad plena, (Pues supongo que esa debe ser: El poder percibir la dicha de los que hacen uso de lo que yo hago).
Gracias, Prometeo. La verdad es que sí que es una alegría (una ledicia como decimos por aquí, que es una palabra más apegada al hecho en sí, será porque está más próxima al latín original). Aunque estos días, dándole vueltas a la cabeza sobre la cuestión, he llegado a la conclusión, que ya sé que sonará a tópica, pero qué le vamos a hacer, de que lo más importante e interesante que hago es ser padre. Mucho más que el periodismo, el columnismo, la literatura, el blog y demás farrapos de gaita. Me quedo con mi papel de padre, que no sé si hago bien, claro, porque no tengo distancia para medirlo, pero que sin duda es lo que me hace más feliz. Suena tópico. Incluso hortera, puede ser. Pero es que eso, ser padre, algo que lleva haciendo tanta gente desde hace tanto tiempo, para mí tiene mucho mayor mérito que esas otras obras en las que, por supuesto, también nos dejamos la piel. Entonces, pues sí, entre unas cosas y otras, estamos ahí, en la felicidad o al menos en sus versiones tangibles.
Comparto tu opinión. Pero precisamente la labor de ser padre es tan inmensa que creo yo abarca a todo. Yo también tengo un hijo al que adoro. Siempre luché por estar a las seis de la tarde en casa y si podía incluso antes. Hemos disfrutado tanto juntos y recordamos felizmente su infancia que quizás por eso disfrutamos tanto viento todavía los dibujos animados los dos juntos, a pesar de que el ya tiene diecisiete años. Gracias a ese propósito, de estar con mi familia, los que en el futuro conmigo compartieron esfuerzos, también lo pudieron hacer. Cuando no tenía más caudales que un pequeño velero que fui arreglando con mis manos y muchas estrecheces, el tenía solo dos meses y gracias a el aprendí a navegar con una mano en la caña y otra cambiando pañales. Después me acompañó durante miles de millas y todavía lo recuerdo corriendo rodeado de otros niños negritos, todos descalzos aprovechando los canalones rotos de cualquier casucha porque no teníamos otra ducha en el tercer mundo. Ahora me acompaña haciendo las labores mas duras y me sorprendo porque se ilusiona y se va a la cama muy temprano para levantarse el primero y acompañarme en las cosas que yo hago. Las cuales te puedo asegurar, no serían muy entendidas por mucha gente. Gracias a esas otras cosas que también hago, (aunque aparentemente no tienen nada que ver con la estricta labor de ser padre), yo creo sinceramente que me he unido mas a mi hijo y sin siquiera saberlo, he podido ser un poco mejor padre.
Tienes razón, Prometeo, al final lo de ser padre lo abarca todo, porque todo lo demás que hacemos, al margen de estar estrictamente con nuestros hijos, también forma parte de esa labor, aunque solo sea como ejemplo (o contraejemplo). Solo trataba de explicar, no sé si con acierto o no, que a veces damos demasiada importancia a determinadas facetas de nuestra vida porque, digamos, son más específicamente nuestras, más singulares o originales (en este caso, el periodismo, la literatura y demás turas), cuando tal vez tenga mucho más mérito aquella parte de nosotros que compartimos con los demás y que no es estrictamente original, pero sí más llena de grandeza, como la paternidad, que los seres humanos llevan tantos miles de años practicando. Un día leí algo sobre esto en una columna de Manuel Vicent, que venía a decir exactamente lo contrario, que no se podía ser buen escritor si se era buen padre, poruqe no se tenía el suficiente tiempo para escribir. Estoy totalmente en desacuerdo, porque lo que hace falta para escribir bien no es tiempo (al menos no solo tiempo), sino talento y agallas. Bueno, ya me he liado una vez más.
Lo dicho, un abrazo, Prometeo.
Espero amigo Luis que me reconozcas. Me ha interesado mucho el tema de la paternidad que debates con Prometeo. Estais muy puestos los dos y yo, con más experiencia, por lo menos en número, me asombro de lo muy difícil que resulta alcanzar el cenit en tal cometido que vosotros soñais. Cuando menos por el entusiasmo que yo percibo en ambos a través de vuestros emocionados escritos, estáis plenamente satisfechos, no solo de vosotros mismos como padres sino también de
vuestros vástagos como hijos; y eso sí que es la plenitud soñada por todos los padres del mundo. Enhorabuena y hasta otra ocasión. María Jesús.
Comparto todo lo que dices, solo que cambiaría el grado de importancia de la ejemplaridad:
“aunque solo sea como ejemplo (o contraejemplo)”.
Para mi es fundamental, incluso mas que la convivencia. La intuición de los niños es prodigiosa y de una manera y otra se enteran de todo. Incluso sin estar presentes y aunque le cuentes una milonga, ellos acaban comprendiendo. No se puede ni se debe ocultarles cosas y engañarlos. La desgracia es que ahora los queremos hacerlos tontos con estupidas historias que lo único para que sirven es para mostrarles la hipcresía de la sociedad moderna y acabar convirtiendolos en seres frustrados.
No quiero ser pesado con lo de la Etología y Konrrad Lorens, pero sobre todo lo referido a la pedagogía, y sobre los tiempos que vivimos, me parece de una lucidez extraordinaria.
María Jesús tienes razón. Luís y yo todavía estamos criando. La pequeña de Luís, por ahora solo le dará como disgusto romper algún plato y el mío por ahora (no se si por suerte o por desgracia, no sale y todavía no practica el botellón). No quisiera ser soberbio ni dar consejos a nadie, pero el tema de la pedagogía me interesa muchísimo y aunque no tengo mas que un hijo, trato con niños desde mi infancia por pura vocación. La mayoría de los casos cuando te encuentras un niño con problemas no tienes mas que mirar a los padres. Es curioso un programa de televisión que veo con mi madre sobre un domador de perros. Siempre ocurre que las anomalías de comportamiento del animal, responden a un amo con problemas que los proyecta sobre su mascota. El domador de perros, siempre acaba tratando finalmente a sus amos. Yo cito siempre la Etología, porque nos enseña a reflexionar sobre las diferencias entre la educación de hace una generación y la actual. Un mundo donde el juego por primera vez en la historia en vez de servir para socializar y desarrollar la imaginación, sirve para todo lo contrario. Una pedagogía que acaba en la paradoja de que a pesar de estar destinada a evitar la frustración, genera millones de seres frustrados. Enfrentarse a tu entorno para educar a tu hijo es muy difícil. Todos tienen juguetes caros y cumpleaños rebosantes de regalos y te cuesta trabajo apartarlos porque piensas que son débiles y hay que ampararlos, sin darnos cuenta que los débiles somos nosotros y ellos lo entienden mas rápido de lo que parece.
No quisiera enrrollarme, tampoco pasar de retratar un mundo privado idílico y otro público catastrofista. Yo solo reflexionaba sobre la necesidad de hacer lo que nos parece correcto y no lo que es adecuado para nuestro entorno. Para concluir que no creo que escribir bien compita con la labor de ser padre, para mí es al contrario.
saludos
anda, qué éxito; como me alegro!!!
conste que me sorprendió lo de matemático (ni idea), y lo de Dublín…es que yo tengo el cumple el día de bloomsday, me coincidió una vez y el recuerdo es inolvidable. Sobre todo porque depués alquilamos un coche y conduje por la izq (no sé si hoy me atrevería, menos mal q soy géminis y tenemos famas de medio esquizofrénicos – no le hago caso al horóscopo, es broma)
enhorabuena, de verdad; me gusto mucho el libro, y como está bilingüe, alguno exportaré.
sigue dándole.
saludos.
saludos!
Gracias, María Jesús y Prometeo por vuestas aportaciones a este jugoso debate. Yo creo que estamos de acuerdo en lo fundamental.
Gracias también a María, una fiel seguidora de esta bitácora, que ahora también me sigue sobre el papel. Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado el libro y de que lo exportes a otras latitudes.
Besos y abrazos para todos.