El verano se resume en los piños ultrablanqueados y el tupé asfaltado de Georgie Dann, hacedor de poemas sinfónicos como El negro no puede o La barbacoa. El franchute sigue por ahí, vivito y coleando, o quizás disecado en una vitrina como el bosquimano de Banyoles, no lo tengo muy claro, pero perpetuando ese engendro diabólico llamado canción del verano, que en realidad siempre es la misma melodía pegadiza o pegajosa, como se diga, con el estribillo algo retocado, lo mismo da, la partitura vale tanto para el clasicismo de El chiringuito como para la anarcoide Mecagüento. Georgie, siempre innovador, ilumina el estío del 2010 con Los huevos, un huevito por aquí, un huevito por allá, con un teclado de fondo que hace añorar a aquellos gitanillos de la cabra en la escalera, y una letra llena de matices, entre Rocco Siffredi y los cuadernos Rubio: los huevos hacen verdaderas maravillas, los huevos tienen personalidad. Qué poeta se perdió la Generación del 27.
El verano se resume en los piños ultrablanqueados y el tupé asfaltado de Georgie Dann, hacedor de poemas sinfónicos como El negro no puede o La barbacoa. El franchute sigue por ahí, vivito y coleando, o quizás disecado en una vitrina como el bosquimano de Banyoles, no lo tengo muy claro, pero perpetuando ese engendro diabólico llamado canción del verano, que en realidad siempre es la misma melodía pegadiza o pegajosa, como se diga, con el estribillo algo retocado, lo mismo da, la partitura vale tanto para el clasicismo de El chiringuito como para la anarcoide Mecagüento. Georgie, siempre innovador, ilumina el estío del 2010 con Los huevos, un huevito por aquí, un huevito por allá, con un teclado de fondo que hace añorar a aquellos gitanillos de la cabra en la escalera, y una letra llena de matices, entre Rocco Siffredi y los cuadernos Rubio: los huevos hacen verdaderas maravillas, los huevos tienen personalidad. Qué poeta se perdió la Generación del 27.
No me queda más remedio que descubrirme las calvas ante tamaño prodigio. Como diría Joaquín Luqui, que en una peluquería en paz descanse, Georgie es el Mozart de nuestro tiempo.
Abrazos.
Jajajaja, qué grande Luqui. Y qué grandes esos 39 escalones. Un fuerte abrazo
Gracias por el retuiteo, Carolita
Ay George Dann!!! Cantas cancións e que tempos aqueles!!!!. Mami que será lo que quiere el negro. Ahhhhhh!!! El Chiringuito…..E tantas outras. Un crack!!!!
Un saludo amigo desde A Lareira Máxica (en breve retomarei a actividade do blog).
Julio Torres