A estas alturas de agosto, como vea un jirón de nubecilla en el horizonte, el yonqui de la melanina sufre el primer ataque de pánico, porque calcula que en las tres semanas y pico que le queda al mes no va a superar el tueste de pellejo del verano anterior y solo de pensar en volver a la oficina con esa tara sobre los lomos, como uno de esos pringados que en vacaciones se van por Europa a ver museos y piedras viejas, le entra un jamacuco que se rila por la pata abajo. El rostro torrefacto padece anorexia solar: mientras los demás le sugerimos que puede ir parando de torrarse, que el único blanco que le queda es el de los ojos y tal vez el de los huesos, el adicto al rayo UVA siempre se ve paliducho, desteñido, y por eso, en vez de gastar protector, se unta de aceite de oliva (virgen extra) para radiarse al fuego vivo del mediodía. En el fondo el drogata del pigmento es un Michael Jackson invertido. También quiere cambiar de raza, pero en la dirección opuesta.
Yonquis del sol
por Luis Pousa | Ago 7, 2010 | Columnas de La Voz de Galicia, General | 1 Comentario
:))))
y esas pieles de lagarto que se le pone.Es horripilante.
Mira, me enternece la gente del campo que tiene hasta el cuello la piel del currante, y en los brazos y manos….y el resto del cuerpo piel de bebé.
No me hagas mucho caso, hace unos pocos años a mi hermano mayor le encargaron hacer una traducción , o una supervisión, no me acuerdo, acerca de los daños solares. Jo que rollo,sombreros de paja, nos obliga a llevar. El año pasado decía mi madre cuando íbamos a playa un ratiyo: os van a dar una limosna.