En el cloro, como ya se catalogó en este bestiario, medra el chuleta piscinero. Pero qué sería de la sopa humana sin su otro chulimán: el telodigoyó. Al contrario que Chulopiscinas, que es planta de exterior, el sabihondo de aguas estancadas es capullo de interior y ejerce a cubierto, en el vestuario masculino. Se ve que este humedal aviva su seso (ojo, con ese), porque el catedrático de todo cuando se crece es recién duchadito y bien ajustados los gayumbos a sus partes. Ahí el telodigoyó propina a sus colegas de banquillo una ponencia sobre macroeconomía que ni las bravatas de Fidel cuando era Fidel. El listillo al vapor sabe más de fútbol que Del Bosque, más de cardiología que todos los especialistas del Chuac juntos y, como se te ocurra mentarle la TDT, te puede asestar una chapa sobre los megahercios que lo de Guantánamo suena a coña marinera. El turras, si alguien carraspea, zanja las dudas a calzón quitado: que te lo digo yo, hombre, te lo digo yo.