Hoy, 25 de julio, no quedará carballeira ni atrio asfaltado sin su exaltación patriótica, sin su pulpito, su muiñeira y su aguardiente de hierbas, de ese que non fai dano, que non ten grados, nin química, nin nada, pero que te fulmina el cerebelo al primer disparo. Hasta ahí, perfecto, fiestuqui y a correr. Pero hoy, más que el Día de Galicia, de Santiago, del patrón de España o da Patria Galega, es el día del atasco total. Porque, igual que los vaqueros siempre ataban las riendas del caballo a la puerta del salón, el conductor autóctono tiene la extraña costumbre de llevar el coche no ya hasta el campo da festa, sino hasta el altar mismo de la ermita, como si fuera a contraer matrimonio con el 16 válvulas tuneado en el garaje de su primo. Por culpa de ese hábito, que los científicos sitúan en un gen mutante de los tiempos de Breogán, el atasco rachado inflará hoy de coches las venas de Galicia y la cola, tipo Muralla China, llegará de la Quintana al Padornelo. Será por gasolina.