El azar y las coincidencias siempre trazan curiosas paradojas, contradicciones y matices alrededor de las teorías oficiales u oficiosas que escupen los engranajes del pensamiento único y el márketing. A saber. Estos días nos vimos aplastados por la propaganda alrededor del aniversario de un libro sobre el llamado boom latinoamericano. Un derroche de papel que, como apuntó Manuel Rodríguez Rivero sabiamente en su último Sillón de Orejas, recibió un tratamiento más amplio que el último premio Nobel de Literatura. En medio de ese exceso, y del desparrame de obras maestras descubiertas cada semana por ciertos críticos de gatillo rápido, me cae en las manos el prólogo que hizo Michael Meyer para la edición de Walden y Desobediencia civil, del gran Henry David Thoreau. Meyer subraya el escaso éxito comercial de Thoureau en su tiempo y, de paso, recuerda que en apenas un lustro se publicaron en Estados Unidos tres títulos del siguiente calibre: Moby Dick (1851), Walden (1854) y Hojas de hierba (1855). Como para que vengan ahora cuatro listos a hablarnos de décadas prodigiosas. Afortunadamente la literatura y el tiempo lo curan casi todo.