Los que sumamos ya alguna cicatriz en el pellejo rescatamos de tiempo en tiempo aquella frase que, de cativos, nos soltaban nuestros mayores. No se juega con las cosas de comer, rezaba la letanía que, cada mediodía, espetaban profes y adultos a los pequeños irredentos empeñados en montar sobre el mantel un silo de ojivas nucleares armadas con miga de pan. La lección quedó incrustada en las neuronas de toda una generación, pero parece que no ha dejado huella en las inquietas mentes de la política. Olvidan que, lo mismo que no se juega con el pan, tampoco conviene andar meneando sin necesidad el Códice Calixtino, un tesoro único en el planeta, que acaba de ser rescatado de las catacumbas tras un año a la sombra de un garaje. Ya sabemos que el Gaiás necesita cebos que atraigan al público a sus desangeladas salas. Y el más goloso que se puede colgar ahora mismo del anzuelo es el manuscrito medieval, estrella del folletín de O Milladoiro. Pero el Calixtino ya tiene desde hace ocho siglos su lugar en el mundo, y no está en medio de un monte de la periferia de Santiago, sino entre los muros de su asombrosa catedral. Así que será mejor no jugar con las cosas de leer. Ni siquiera con guantes.
Con las cosas de leer no se juega
por Luis Pousa | Sep 28, 2012 | Columnas de La Voz de Galicia, General | 0 Comentarios