Ernesto Sábato (o Sabato: sería conveniente respetar la ortografía de los muertos) no era escritor de pirotecnias y barroquismos, así que aquí dejo, sin mayores orfebrerías, el arranque de su mejor novela, que tal vez no sea El túnel, ni Abaddón el exterminador, ni tampoco exactamente Sobre héroes y tumbas, sino ese tesoro agazapado en la tercera parte de Sobre héroes y tumbas titulado Informe sobre ciegos:
«¿Cuándo empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato? Esta feroz lucidez que ahora tengo es como un faro y puedo aprovechar un intensísimo haz hacia vastas regiones de mi memoria: veo caras, ratas en un granero, calles de Buenos Aires o Argel, prostitutas y marineros; muevo el haz y veo cosas más lejanas: una fuente en la estancia, una bochornosa siesta, pájaros y ojos que pincho con un clavo. Tal vez ahí, pero quién sabe: puede ser mucho más atrás, en épocas que ahora no recuerdo, en períodos remotísimos de mi primera infancia. No sé. ¿Qué importa, además?».
Sobre héroes y tumbas, III: Informe sobre ciegos, Ernesto Sabato (Rojas, 1911-Santos Lugares, 2011)
cuanta razón. Sobre heroes y tumbas, nada +mneos.Me ompresion´p, aunque ahora tenga la gunas, gracia por recordarlo.
abrazis
*me impresionó…es que ni releo lo escrito. Como se le pierde el respeto a la lengua ante la compú, jesús, si me lee mi santa madre, maestra jubilada, que tiene como aficción pillar los gazapos de los periodistas 🙂