Con la estación del ocio y del vicio, el consumismo, que llevamos en la sangre como otros llevan el Rh negativo, se desboca sin remedio. El paganini, ya algo apampanado de fábrica, baja la guardia y, riojita va, cañita viene, cae en las redes de la parentela y los mercaderes, que si nos damos una vueltita por el feirón, solo para mirar, slips de caballero tres por uno, y todo un poco así, hasta que el cajero automático del pueblo ya le saluda por su nombre, qué pasa, choni, otra vez por aquí. Lo más interesante, como siempre, sucede por la noche, porque el colega, cuando aterriza en el cámping tras dejar seco el suministro líquido del villorrio, calcula que, a bulto, se ha pulido tropecientos euros en comprar trastos a los chamarileros, pero, eso sí, se ve muy mono con su sombrero de lentejuelas y sus gafas de corazoncitos tipo Lolita, aunque a ver cómo cuela en la caravana el guitarrón de mariachi, pura ganga, sin que se entere la señorita Rottenmeier.
¿Qué me dices de esas pulseras con miles de prescripciones fabulosas para el amor, la familia, el dinero… que venden en cada puestecillo aparentemente inofensivo? Yo siempre caigo, son peores que Inditexxx!!!!
🙂 yo tampoco quiero que se termine esta serie!, bueno, que te tomes un descanso sí
(ya sé que es casualidad y una tonteria, pero abro tu blog, y me aparece un anuncio de la ribeira sacra : mi infancia!)
enhorabuena por la serie veriega.
saludos.
Bueno, Emma y Eme, ya queda poquito, porque el día 31 el rostro pálido desparece, aunque en realidad cuando estoy de vacaciones es ahora, porque el día 1 tengo que volver a la trinchera… Se agradecen esos ánimos.
Muchas gracias también a Alfredo y Carmen, dos amigos zaragozanos que soportan estos disparates galaico-veraniegos. Abrazos!!!