Aquí somos campeones de todo y, sin embargo, el auténtico deporte nacional no es el fútbol, ni el tute cabrón, ni siquiera eso que se practica sentado (Fórmula 1 creo que se llama) y que se parece más al onanismo de la videoconsola que a meterse 10.000 metros lisos entre pecho y espalda. El deporte autóctono fetén, con más federados que la lista del Inem, es apuñalar al compañero de curro, un ejercicio que se cultiva hasta en vacaciones. Hay adictos a esta gimnasia laboral que quedan a mediados de agosto con sus compinches de oficina para hacer un traje a ese colega que siempre incordia, quien, a su vez, está 500 metros más allá amargando la tarde de terraza a su santa con las faenas perpetradas por el enchufado del departamento. Si dedicásemos a trabajar solo la mitad de tiempo y energía que gastamos en masacrar al panoli del compañero, España estaría, no ya en el G-8, G-20 o G-pirolas, no, hombre, no, estaría en órbita, como la mismísima NASA.
El deporte nacional
por Luis Pousa | Ago 19, 2010 | Columnas de La Voz de Galicia, General | 0 Comentarios