Hace veinte años, charlando en torno a unas birras heladas, un buen amigo dotado de ese sentido práctico del que yo carezco, echó un vistazo al Café Bar Borrazás (el bareto en el que remoloneábamos) y soltó muy serio (y muy en serio):
-¿Será rentable el Borrazás?
Me arrancó, claro, una carcajada enorme, porque yo, anclado en mi idealismo crónico, jamás me había planteado aquella cuestión. Pero lo cierto es que sí debía de ser rentable, porque veinte años después (que, según las cuentas de la lírica, no son nada) ahí sigue el Borrazás, en la esquina del Orzán con la plaza de Pontevedra, con todos sus lustros a cuestas.
Ahora, con la crisis de marras, la pregunta está más de moda que nunca, y políticos, asesores y flautistas varios se dedican a cuestionarse si son rentables instituciones de las que jamás se había hablado en términos monetarios tan crudos, como las universidades o los hospitales.
Hay cosas que tienen que ser rentables o, sencillamente, dejan de existir, como las empresas privadas. Pero otras, por definición, las costeamos con nuestros impuestos para que presten un servicio. Vale que no se despilfarren los fondos públicos y que se trate de hacer más eficiente la gestión de esos euros, pero si echamos el cerrojo a todo lo que no es rentable a corto plazo, ya podemos ir comprando unas lianas para saltar de farola en farola porque esto va a ser la jungla, pero sin las reglas de la sensata ley animal.
Las mejores cosas de la vida, como tomarse una birra helada con un buen amigo, no son rentables, sino impagables.
Imagen: Café Bar Borrazás, fotografía de José C. Pérez para La Voz de Galicia.
Qué buenos momentos pasé yo en el Borrazás! Seguro que más de una vez hemos coincidido allí sin saberlo, Luís. Y sin saber que años más tarde coincidiríamos aquí, en la blogosfera.
Un fuerte abrazo.
Pues creo que el Borrazás siempre será rentable porque tiene una clientela fiel. Lo malo será el día que por ley ya no se pueda fumar entonces la solución va a tener que ser tomar todo ahumado, jamón ahumado, café ahumado, leche ahumada… vammos que seguirá existiendo
RENTABLE O NO, ES EL ¡BORRAZÁS!. Y PARA EL CASO DE QUE NO LO FUERA, QUE EL AYUNTAMIENTO TOME CARTAS EN EL ASUNTO, QUE ES MUCHO MÁS NECESARIO PARA A CORUÑA QUE MUCHO CONCEJAL. ABRAZOS LUISIÑO, HASTA EL MARTES.
Pablo, seguro que sí que nos vimos por allí sin saberlo más de una vez. Un abrazo.
Guisi, creo que tanto ahumado va a ser todavía más insano que fumar. Un abrazo y a seguir blogueando, que estás que te sales.
Nano. Los bares históricos deberían estar protegidos en el Plan General de Ordenación Municipal, como patrimonio cultural que son, pero creo que a nuestros políticos les falta imaginación y coraje para eso. Un abrazo. Nos vemos!
Habría que definir «rentable», querido amigo. Conozco a alguien para quien el Borra ya vale la pena por «lo bien que saben los canutos allí». Es otra forma de verlo, ¿no? Saludos.
Buena costumbre la de tu amigo –la de preguntarse la rentabilidad de las cosas. Creo que a estos locales les ocurre como a las aldeas desiertas. Sobreviven mientras mantienen a un número mínimo de habitantes. Cuando se pierde ese umbral, dejan de ser sostenibles y son abandonadas. Algunas veces, un anacoreta pone fecha de caducidad al poblado con su fecha de defunción. Son los últimos de filipinas, ocupando el mismo rincón de siempre como si formaran parte del decorado. Aunque yo también esté de acuerdo en que deberían ser considerados como instituciones a preservar, si los subvencionan, acabarían convirtiéndose en un parque temático destino de ruidosas excursiones de chavalada. Acabarían reproduciendo alguno de los ahora habituales, como en el museo de cera y estaréis de acuerdo conmigo, en que no sería igual encararte a un tipo con cara de cartón, representando al bueno de Paco, pensando que todavía le puedes pedir un carajillo.
Deben de haber pasado por lo menos veinte años, desde que Paco dejó el espacio que ocupaba en este mundo, detrás de la barra del Borrazás. Para que funcionara aquella amalgama de marineros, trapicheros, existencialistas de medio pelo,.., había que ser un maestro de la naturaleza humana. Cuestión que me aclaraba un viejo pensador uruguayo.: Para saber de la vida, no hay mejor doctorado que trabajar detrás de la barra, de un boliche de tradición”
Ciertamente, mi buen amigo, que hoy en día es un gran médico, está dotado de ese sentido práctico del que ya digo que carezco, para mi desgracia, y lo que es más grave, para desgracia de los míos, aunque con la paternidad voy aprendiendo un poco a tener los pies sobre el mundo real (qué remedio). Tienes razón en lo de las subvenciones, al final todo acaba por convertirse en un parque temático. Y tampoco es eso.
No sabes cuánto me alegro de que hayas recordado aquí al gran Paco Borrazás, con el que tuve mis buenas charlas en aquel rincón con mesa de mármol. Un auténtico fenómeno. Un fuerte abrazo, Prometeo.
El Borra, Guillermo, tiene tantas rentabilidades diferentes como cilentes. Un abrazo.
Luis, me has hecho volver atrás, muy atrás, a hace 20 años, cuando «latábamos» en el instituto y nos íbamos al «Borra» a tomar una Estrella y a fumar nuestros primeros pitillos. Solo de pensarlo se me pinta la sonrisa en la cara. Un beso
Me alegro de haberte recordado aquellos buenos tiempos, Susana, aunque estos tampoco están mal. Acuérdate de aquellas «latadas» cuando le vayas a echar la bronca al bueno de Pedrito, dentro de unos añitos, jajaja. Un beso.
Yo no conozco el Borrazás pero los comentarios son de lo más entrañable.
Desde luego que si algún día deja de ser rentable y hacen falta votos para que entre en el Plan General de Ordenación Municipal, podeis contar con mi voto.
Saludicos.
La cuestión que apuntas la vivo yo de cerca, por ejemplo, con los estudios de Humanidades: a las letras nos pretenden liquidar sobre la base de los criterios de rentabilidad económica. Ay, como decía Aquél, qué pobre es el que sólo tiene -o piensa en- dinero…
Abrazos.
Uy! Las tardes de un verano entero pasé en el Borrazás, con la gente que estaba en el Femenino o Masculino… qué tiempos! ( yo es que lo de «latar» no lo hacía, que con esto de ir a un colegio concertado…)
Llámese Borrazás o cualquier otro nombre que tengamos en mente -el de nuestro bar o café de toda la vida-, qué bueno conservar un lugar así al que acudir con un amigo, ¿verdad? Y los recuerdos y los buenos tiempos, claro que son rentables para nuestro ánimo, vaya si no.
Besos, Luis.
Gracias, gracias, Carmen, Alfredo, Lupi, Wara… Habría que trazar un mapa de los lugares de este tipo que hemos perdido por el camino…
Saludos para todos!!!
Pues yo creo que el Borrazás, lo mismo que algunas otras cafeterías y bares de A Coruña y de muchos otros sitios, se han ganado con honor el título de Institución, y el Ayuntamiento y todos los coruñeses deberíamos de tomarnos muy en serio que sigan perviviendo con el paso de los años, de la misma forma que lo hacen la Torre, el Obelisco o el propio edificio del Ayuntamiento (por poner sólo tres ejemplos a bote pronto, hay muchos más). Mi carrera como humilde aprendiz de la naturaleza se forjó entre el vapor humeante de sus cafés y de sus cigarrillos.