La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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La revista norteamericana Forbes ha hecho de la enumeración un suculento negocio. Cada cierto tiempo se replican en los medios de todo el planeta sus célebres listas. Las hay de muy variado pelaje. Por supuesto, está el ránking de los grandes multimillonarios, donde los peatones de las finanzas siempre buceamos a la caza del nombre de algún paisano que nos permita sacar pecho cuando cruzamos O Padornelo. Pero también hay escalafones de celebridades y famosetes, de ciudades para solteros y, por supuesto, mi favorito, el de los personajes de ficción más adinerados: una exclusiva relación de quince tipos que encabeza el Tío Sam, el venerable icono del patriotismo yanqui, que tiene pisándole los talones nada menos que al fajador Tío Gilito, y en la que también asoman su jeta Ebeneezer Scrooge y Lara Croft. Dibujos animados al margen, una de las nóminas que hay que escudriñar con sosiego es la de las cien mujeres más influyentes del mundo, que los sabuesos de Forbes acaban de confeccionar. La encabeza la canciller de Alemania, Ángela Merkel, que lleva ya cuatro años en lo alto de este podio imaginario. A Merkel le echan mucho en cara su supuesta falta de carisma. Pero claro, si por carisma entendemos algo parecido a lo que gasta Berlusconi (y no me refiero a la pasta), tal vez sea mejor volar a ras de suelo, como la teutona, que sin tantas acrobacias y filigranas como otros líderes planetarios ha ido sacando a su país del pozo de la recesión. En Galicia, tal vez uno de los matriarcados más asentados del globo terráqueo, nos preguntamos cuándo habrá una Merkel gallega en lo alto de la escalera de Forbes .