La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Siempre me ha hecho gracia esa polémica ontológica de si fue primero el huevo o la gallina, porque para mí, incauto filósofo de andar por casa, está claro que primero fue el huevo, otra cosa es de dónde demonios salió el huevo si no había ninguna gallina merodeando por el corral. Eso queda para el CSI. Y hablando de huevos, gallinas y de quién se sube antes al tren de la historia, tenemos la gran paradoja del grito de Wilhelm. Porque en el caso del grito de Wilhelm, primero fue el grito y luego, cuando ya nadie esperaba a Wilhelm, ni al huevo, ni a la gallina, llegó Wilhelm y puso el grito en el cielo.

Este del vídeo es el primer grito de Wilhelm, el auténtico, el primigenio. El chillido suena por primera vez en esta espeluznante escena de Tambores lejanos (1951), aunque no fue bautizado oficialmente hasta que en 1953 en La carga de los jinetes indios (The Charge at the Feather River) los pieles rojas se cargan de un flechazo al soldado Wilhelm y este, antes de palmarla, suelta su famoso alarido. 39 escalones explica muy bien la historia en este artículo de Cinissimo, que incluye otra recopilación de berridos más actualizada.