«Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a un buen paso a la calle».
Robert Walser, El paseo, Ediciones Siruela, traducción de Carlos Fortea
Con permiso me gustaría deambular por estos farrapos,desde luego sin complejos,desde luego ni me lo planteo.Quiero hacer un pequeño comentario sobre la infancia.Por exigencias del guión he tenido que ir al psiquiatra dos veces a lo largo de mi vida y las dos veces,sendos profesionales de la medicina,han intentado hacer conmigo psicoanálisis ,las dos veces me he negado.Tengo buenos recuerdos de mi infancia la recuerdo con la mínima nostalgia,y aunque así fuera,no me importaría.Se positivamente que si hubiera accedido al psicoanálisis,mi padre hubiera sido un machista,mi madre una despreocupada de los problemas de su hija,mis hermanos unos egoístas queriendo jugar siempre a los indios,nunca a las muñecas y así tíos-as, primos-as,abuelos-as,compañeros-as profesores-as etc etc etc.Me encanta mi niñez con sus buenos y malos recuerdos.No tengo complejo de Peter Pan Y si fuera así,sentirse un niño en según que ocasiones,es fantástico la vida ya se encarga de ponernos los pies en el suelo.¡Vivan los sesenta,setenta,ochenta y más!.Perdón por el rollo…
Los mayores de mi familia todavía no entienden el concepto de vacaciones ni el del turismo. Para ellos la máxima ociosidad es el paseo. Desde la emigración no se decía: “fueron de vacaciones o a hacer turísmo, sino: “fueron a pasear a España”.
Nosotros,- la generación del ocio- nos embarcamos en multitud de exóticas actividades, encontrando en cualquier vecino un febril devoto practicante de las aficiones más variopintas. Sin embargo parece que el tiempo ganado, en vez de usarlo lo hemos rellenado de otras actividades en la que seguimos compitiendo y llenándonos de ruido. Incluso los mochileros se retan alardeando -como si de una carrera se tratase- sobre los exóticos lugares visitados. El tiempo conquistado lo hemos dilapidado. El paseo sin embargo – a pesar de que muchas veces se nos antoja como acto aparentemente inútil- , sirve para propiciar eso tan escaso hoy en día que es la reflexión. Impregnarse de los sonidos, del calor del sol en la cara, deleitarse con el “dolce far niente”, dejarse arrastrar como una hoja empujada por el viento, aún a pesar de la aparente humildad y sencillez del acto-, es la verdadera conquista del hombre moderno. Disponer de tiempo para gastarlo sin nada mas importante que hacer que el simple hecho de pasear.
Bienvenido a estos farrapos, Peter Pan. Acomódate y comenta lo que gustes, por supuesto. Un abrazo.
Prometeo, encantado de tenerte de nuevo por aquí. Es buenísimo eso de «fueron a pasear a España». Yo también soy un devoto del paseo, casi una religión para mí. De hecho, dentro de un momento voy a abandonar el cuarto de los escritos y salir a pisar un poco la realidad, que falta hace. A ver si nos vemos pronto en el mundo real! Un fuerte abrazo
Gracias Luis,sobre todo porque no me atrevía a hacer comentarios,no me se expresar muy bien escribiendo ,lo hago mejor hablando y aunque soy adicta a 4ó5 blogs,en el tuyo ,por lo que fuera ,me costaba más hacerlo.A mi también me cuesta cruzar la linea entre mi barrio y el resto de la ciudad.No se si desde tu casa ves el mar,yo desde la mía no veo el Ebro ,pero cuando cruzo la linea es casi siempre camino hacia el.Saludos.Carmen «alias» Peter Pan.
Hola Luis:
¿Dónde puedo conseguir los microgramas? He leído Jakob Von Gunten y El Paseo. Apenas estoy acercándome a la obra de este maravilloso hombre.
Si alguien tiene más libros de Walser que pueda enviarme por email le quedo muy agradecido.