Álex Nortub, el formidable bloguero que nos ilumina con su Hotel junto a la vía, ha escrito este hermoso post en el que se cruzan los itinerarios de su amigo Andrés, del gran Enrique Vila-Matas y del perpetrador de estas líneas. Un curioso viaje de ida y vuelta entre A Coruña y Barcelona, entre Hotel junto a la vía y Farrapos de Gaita, y entre Dietario voluble y El ombligo del mar. Gracias, Álex.
P.D. Pego aquí la reseña de Dietario voluble que cita Nortub:
LA ESCRITURA OMNÍVORA
Al remate de su colosal Dietario voluble Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) viaja a lomos de las palabras entre su casa de Barcelona y el cementerio neoyorquino de Woodlawn, en el Bronx, donde está la tumba de Melville, que mereció un poema de Crane, en el que se juega con «los dados de los huesos de los muertos». Entre la suave corriente del Bronx y su apartamento barcelonés, Vila-Matas reivindica el hogar, siguiendo a Claudio Magris, porque es allí, sostiene, «donde el viajero empedernido se juega realmente la vida, la capacidad o la incapacidad de amar y construir, de tener y dar felicidad, de crecer con valentía o agazaparse en el miedo», ya que, remacha, «la casa es el lugar central de nuestro mundo». Enlaza así, en un fulminante círculo, con el inicio de este hermoso diario, que arranca, tres años antes, en su cuarto, escribiendo, mientras suena el Be My Baby, de The Ronettes. Y es que ese sagrado espacio doméstico, además de muchas otras ciudades y aeropuertos, es el cauce central de estos días que se van engarzando, entre el 2005 y el 2008, en un Dietario voluble que es una incalculable suma de lecturas, comentarios y géneros. Estamos ante un libro que probablemente es uno de los grandes descubrimientos de la prosa de Vila-Matas y que, a su vez, muestra el esqueleto de una escritura en la que se funden y confunden literatura, vida, ficción y realidad, esos nombres que ponemos a cosas que, a lo mejor, no son tan diferentes como queremos creer.
*Publicado en el suplemento Culturas el 3 de enero del 2009
Luís Pousa
Pues ya ves, como tu libro hasta atraerá visitantes a nuestra ciudad. Este tipo de cosas me hacen reflexionar sobre la importancia que tienen algunos hechos aparentemente insignificantes para un pueblo o una ciudad como puede ser por ejemplo la edición de un libro de poesía. El valor de la marca de una ciudad sube con el número de creadores y no como piensan nuestros políticos, que lo mejor para ello es traerlos de fuera.
Gracias, Prometeo. No había pensado en eso la verdad. Cuando escribes y publicas un libro de poesía, la verdad es que piensas que no lo va a leer nadie. Luego, resulta que alguien lo lee y te quedas estupefacto. Debe ser eso de la inmensa minoría, ¿no?