Me entero por un artículo de Javier Marías de que la blogosfera es un mundo ocultamente furibundo. Yo, que soy más de Julián Marías que de su hijo, prefiero esta otra reflexión de Enrique Vila-Matas: «Que a los solemnes escritores españoles famosos se les caigan los anillos por leer blogs no significa que yo no lo haga, no significa que no pueda bajar a la arena de internet y perder anillos que, a fin de cuentas, recupero pronto. Leo blogs literarios como leo periódicos y libros. No le cierro puertas a ninguna lectura ni información. Y sí, me divierte y me instruye y me interesa ver qué se dice y qué se mueve en ciertos blogs que considero honestos e interesantes, y no conducidos por el tontolaba de turno». Pues eso.
Actualización (15 de diciembre, 20.00 horas): reacciones al artículo de Marías en La Huella Digital, El lamento de Portnoy y Moleskine literario.
Nueva actualización (16 de diciembre, 10.00 horas): reacción en Apostillas literarias.
Hola, Luis. Volviendo a leer una vez más el artículo de Javier Marías, uno puede llegtar a simpatizar con sus argumentos, y hasta con los avatares de su vida o de las existencias desperdigadas de ciertas máquinas de escribir. Sin embargo, cuando escribe el anonimato cobarde de los llamados nicks es cuando da por sentadas demasiadas cosas y entonces todo se reduce a una cuestión de fe, buena o mala. Tal vez el 98% de la población mundial es anónima y cobarde, y yo no creo que Javier Marías llegue nunca a saber quién es Javier Marías, y si lo sabe es que ha dejado de buscar escribiendo. Habrá que sacar a Svejk de viaje por la península ibérica, el bueno, cobarde y anónimo Svejk se echa de menos por estos lares de gente seria, gente incapaz de reirse de Dios, de su madre y de ellos mismos. En fin, otro furibundo ataque contra el anonimato, como si un nombre y apellidos fueran menos ridículos que un nick o que una sombra. Frente a este tipo de ataques al anonimato, a unos principios y a una manera de estar en el mundo esencialmente irrenunciables, sólo nos queda renunciar a Internet y empezar a llamar a las cosas y a las personas por su nombre.
Saludos.
Javier Marías ha escrito un artículo. Si Javier Marías no hubiera escrito ese artículo, no estaríamos hablando de su artículo, del artículo que Javier Marías ha escrito y firmado como Javier Marías. Javier Marías es escritor. No todo el mundo es Javier Marías. Ni siquiera Javier Marías es Javier Marías, sea lo que sea ser Javier Marias. No es importante llamarse Javier Marías. Javier es un nombre y Marías es un apellido. Tal vez haya gente que desearía ser Javier Marías, o como Javier Marías. Pero ya somos todos Javier Marías o como Javier Marías, aunque juguemos a serlo o no serlo. A nivel cósmico somos indistinguibles del pequeño planeta donde Javier Marías escribe cuando Javier Marías escribe como Javier Marías. Sencillamente, creo que lo normal es no ser Javier Marías. E incluso, siendo Javier Marías Javier Marías, yo no lo clasifico como Javier Marías, lo considero alguien borrosamente anónimo, como todo el mundo.
Mais…, gracias por la observación. Desde luego que hay algunas verdades en el texto de Marías, pero me molestan las generalizaciones, que son una de las formas más rudimentarias de argumentar y, sobre todo, me molesta que todo un académico presuma de de ignorar una herramienta esencial como Internet. ¿Sabe Marías, por ejemplo, que somos muchos los que utilizamos el Diccionario de la RAE «on line»? ¿O que, entre el fango de la Red, también se ocultan auténticas joyas literarias y artísticas? Me hace gracia que arremeta así contra la Red en España, algo tan español, y saque pecho diciendo que es la primera y la última vez que navega por Internet… es todo tan carpetovetónico, que diría Cela.
Sí, incluso existen bichos raros que usan Internet para trabajar…
🙂