En España cuando alguien se proclama liberal es como para echarse a temblar, porque salvo honrosas excepciones bajo esa hermosa e histórica palabra se agazapan ejemplares de la más rancia derechona (por ejemplo, esa Esperanza Aguirre que, presumiendo de liberal, mantiene con respiración asistida y gotero público una cadena como Telemadrid).
Ahora que arrecia la crisis los directivos de la Confederación de Empresarios (CEOE), o sea, los mismos tipos que nos han dado la murga durante años con su defensa a ultranza del liberalismo, nos dicen que, bueno, hombre, que tampoco hay que ser tan estrictos, que con la que está cayendo merece la pena hacer una pequeña pausa en la libertad de mercado y permitir que el Estado intervenga, solamente un poquito, pero para salvar las empresas y los empleos, vamos, que tampoco está tan mal ese clásico de nacionalizar las pérdidas y privatizar los beneficios.
Sólo para hacer memoria anoto aquí la definición de liberal que recoge el DRAE: «Partidario de la libertad individual y social en lo político y de la iniciativa privada en lo político».
Y que lo digas Luis,
Precisamente en la actualidad estamos en una inmensa crisis (pese a que algunos le llamen de otra manera) como consecuencia de esa supuesta liberalidad (dejar hacer al mercado) que parece que nunca se equivoca. A muchos de esos liberales, habría que mandarlos a estudiar a las universidades, donde le explican a uno los fallos de mercado, y más importante que eso, que detrás de ese supuesto mercado infalible, están personas que toman decisiones desde el punto de vista más egoísta que uno se pueda imaginar, que es lo que han estado haciendo los últimos diez años los empresarios del país, y mira donde estamos, de aquellas aguas vienen estos lodos.
Ni totalmente liberal, porque pasa lo que pasa, ni dejar a los políticos influir en exceso en el mercado, porque no utilizan criterios de eficiencia económica, quizá Aristóteles tenía razón, el equilibrio está en el justo medio.
Saludos.