El ministro Miguel Sebastián, cuya única proeza política conocida hasta la fecha era la de perder los morros en las elecciones municipales de Madrid, se ha convertido en el mayor rival de su colega Bibiana Aído en la reñida disputa del récord de ocurrencias por hora en el seno de un gabinete que, como apunta Roberto L. Blanco Valdés, tampoco exige grandes meninges para abrir sus puertas (ahí está, como prueba irrefutable, nuestra entrañable Magdalena Álvarez).
En plena hecatombe económica, con el euríbor apretándonos las gónadas y el IPC incrustado en la tráquea, al iluminado Sebastián no se le ocurre otra cosa que pegarle una subidita al recibo de la luz. Hombre, claro, no vaya a ser que la inflación se desplome y caiga por debajo del listón del 5%. Sería una faena, a ver cómo se entretenían luego Trichet y sus calculistas del BCE.
Yo, por si acaso, ya avisé a la niña de que deje de meter los dedos en el enchufe, que el kilovatio está muy caro. Antes le dejaba que se electrocutase un poco, sin llegar a chamuscarse, por la noche, que había tarifa nocturna, pero ahora ni eso.
Hay que mirarlo con humor, no? Al final es que hay que reirse… por no llorar!
El humor, en efecto, nos salva de este delirio de los políticos.
Coincido con el comentario anterior.