Si Rajoy monta un circo no es que corra el riesgo de que le crezcan los enanos, es que los enanos se apellidarían Gasol y le machacarían a collejas la grupa. Mariano, el de los hilillos de plastilina, se creía que esto de que le pongan a uno un partido a su nombre es como traspasar una mercería, que uno paga el traspaso y listo, hereda los proveedores, la clientela y hasta el recibo de la luz. Pero no. A Mariano le han salido respondones los inquilinos de la Rue del Percebe 13, digo de Génova 13, que han empezado a rebotarse en cadena y amenazan con bajar al portal y pedir a gritos el regreso del antiguo casero, Aznar, que se ve que tenía la escalera más aseadita.
Lo de Mariano, el señor de los hilillos, a veces parece un argumento de Shakespeare. No sabemos si se trata de una tragedia -por las puñaladas, las copas de veneno y las traiciones, aunque Espe, majete, creo que no da la talla como Lady Macbeth-, o una comedia liviana tipo Mucho ruido y pocas nueces, con Acebes y Zaplana de curtidos secundarios. Aunque me temo que, después de ver con pasmo que hasta los sosainas como Elorriaga o Costa se le suben a las barbas a Rajoy, lo del PP es más una tragicomedia de andar por casa, vamos, una teleserie cutre Made in Spain con el Chikilicuatre interpretando la banda sonora.