Padrón. Bueno, fue menos duro de lo previsto este día maravilloso. Llegué a Rianxo esperando encontrarme con cuatro gatos y estaba desde el alcalde a la presidenta del Parlamento gallego, así como dos conselleiros de la Xunta de Galicia. Tengo que confesar que jamás aplaudo a los políticos de ningún signo. No porque tenga nada contra ellos -soy de los que los apoyan y creo que son necesarios; el problema es que los nobles son incapaces de extirpar a las manzanas podridas, como los Gürtell, presidentes de Diputación de Castellón y otros especímenes que en un país serio estarían en la cárcel directamente-, pero creo que un periodista debe de mantener la distancia. Aplaudo a los amigos, como a Pilar Rojo, la presidenta del Parlamento, por eso mismo, porque son amigos.
El caso es que con las dos barcazas de la Armada por aquellas aguas y los ruteros a bordo subí a un barco de guiris con colegas de prensa y público en general. Fue un placer encontrarse con la gente de Mar de Frades, una excelente bodega de albariño. Y con esa compañía remontamos a Pontecesures y de ahí, a Padrón en autobús. Andrés Ciudad, responsable de la organización de la Quetzal, estaba relajado, y Chucho Garrido tan inquieto como siempre. Al final pillé un taxi con Nacho Capeáns, el delegado de Antena 3 en Galicia, y a Rianxo a por los coches. Eso sín, sin comer.
Así que ducha, cambio de ropa y a la entrega del premio Biblos-Pazos de Galicia. Esto de tener tanta vida social…