Red Natura del río Tambre. Por motivos laborales no pude asistir el pasado viernes a la cena homenaje a Pencha Santasmarinas en el hotel monumento San Francisco, en Santiago. Y bien que lo sentido. Sobre todo por no encontrarme entre los 255 que fueron a recordar que se jubiló no sólo una luchadora por los derechos de los habitantes del mundo rural gallego, sino, sobre todo, una gran persona. Amigos tiene un montón, como se puede deducir.
Lo sentí también por el mero hecho de no estar una vez más en el hotel monumento y comprobar la evolución de su cocina. En primer lugar, el establecimiento es, paradójicamente, un lugar lujoso y elegante. Y digo paradójicamente porque se trata de un edificio cuyos orígenes están en el deseo del humilde San Francisco de fundar una sencilla comunidad religiosa en Compostela, ciudad que visitó. Pero quién te ha visto y quién te ve: impecable. Ya la entrada, con la pequeña excavación arqueológica bajo los pies, metacrilato por medio, anuncia el gran respeto por el pasado que fue uno de los ejes de la rehabilitación. El claustro, muy bien aprovechado.
¿Y la cocina? Algunos de los asistentes me comentaron que en evolución. Porque no es fácil dar de comer a una tropa semejante con algo diferente de callos, marisco y demás ornamentos nupciales tan queridos por Galicia adelante. Alabanzas sobre todo para la minitostada con salmón y huevas, el tomate cherry relleno de queso y nuez coronándolo, y la carrillera como plato principal.
Como el insigne creador de este blog conoce mi Casa, sabrá que uno de sus activos es precisamente el «silencio» y comprenderá que su cabreo es minimo comparado con el que puedo tener yo, que sufro TODOS los fines de semana agolomeraciones de hasta veinte o treinta quads reventandonos la cabeza TODA LA TARDE. Sin ir mas lejos ayer tuve que enfadarme de forma abrupta con una pandilla de «contaminantes sonoros» que llegaron hasta la eira de la Casa e «inocentemente» preguntaron si «por alli no habia salida» mientras aceleraban a tope sus cacharros sin silenciador. Si se os ocurre alguna iniciativa para excluir del campo a esos maquinillos, confinandolos de por vida en circuitos de motocross (que tienen su derecho), contad con un apoyo incondicional en mi.
Te refieres a los quads de mi anterior post, sin duda. No, claro, yo no sé qué hay que hacer para confinarlos a un circuito al que desde luego tienen derecho, pero creo que hay que montar más ruido que esos australopitecus motorizados: cartas al conselleiro de Medio Ambiente, a tráfico o a quien sea, y publicarlo una y otra vez. Es muy eficaz hacer fotos y publicarlas. La Voz de Galicia publicó el otro día una foto mía en la que una moto de agua remontaba el río Eume, así, con un par, sin hacer caso a pescadores ni a la legislación. Algún impacto tuvo, con bronca añadida a los responsables del parque nacional. Así que ánimo y yo, en tu caso, llamaría a la Guardia Civil.