San Miguel. San Miguel estuvo a punto de integrar la cada día más larga lista de aldeas abandonadas gallegas. Y hubiera sido una pena porque las casas fueron levantadas literalmente pegadas a la muralla de un enorme castro o quizás encima de un posible antecastro.
Hace 15 años ahí residían cuatro personas en dos viviendas. La vida fue marcando sus límites y hace unos pocos meses la última de aquellas se marchó a Ourense con unos familiares, algo similar a lo que antes había hecho otra.
Y se produjo el milagro, porque en la Galicia rural ourensana, concello de Rairiz de Veiga, no de otra manera se puede calificar el que un hombre joven, responsable de la preciosa taberna de la cercana Congostro y de nombre Alex, se haya ido a vivir allí.
San Miguel ha tenido una rara suerte y no ha muerto. Por ahora.