Arbo. Nunca antes había estado sobre una pesqueira, ni en el río Miño ni en el Ulla ni en ninguna otra parte. Había visto alguna de pasada, desde alguna de esas carreteras que llenan Galicia de asfalto, pero nada más. De hecho pensaba que sería una construcción sin interés alguno, levantada para poder pescar la cotizada lamprea. Y punto.
He pisado una en Arbo, con Portugal al frente y doble guía: la propia del grupo con el que iba y el alcalde. Entre una y otra me pusieron al día de una manera clara y yo diría que hasta brillante. Y así uno se entera de que en un año es posible coger en el Miño hasta 9.000 ó 10.000 lampreas adultas, por ejemplo. O que en lo alto de la pesqueira hay un hueco para ir colocando las piezas cobradas (foto al final del texto).
La pesqueira de la foto, donde estuve, está consolidada porque tenía cemento, y con buen criterio se recuperó su aspecto inicial. Entre cada uno de esos torreones circulares corre el agua, de manera que hay que saltar de uno a otro. Y en la punta la sensación es impresionante, porque los rápidos del Miño parece que te van a arrastrar río abajo.
Muy curioso. Muy recomendable.