Parada de Sil. Y tomo la gran curva dispuesto a ascender -¡y menuda ascensión!- hasta la necrópolis de San Vítor, en Parada de Sil. El lugar donde dejo el Land Rover es lamentable y no augura nada bueno. Un vistazo a los alrededores confirma los temores: salvo dos casas rehabilitadas de manera impecable y media docena de piedra tan excelentes como humildes, esto es un pastiche de ladrillo y cemento, sobre todo ladrillo. Absolutamente lamentable, justo lo contrario de lo que tiene que ser Galicia. El ataque de tres cans de palleiro se arregla a estacazos, y la subida hasta las tumbas se revela imposible porque en una bifurcación no hay señal alguna. Así que vuelta al Land Rover.
Conclusión: tache San Lourenzo de su lista de lugares a ver en la fenomenal Ribeira Sacra. Al menos por ahora.