Un amigo, de sobrenombre Home da Pedra, me ha regalado la recién salida del horno segunda edición de la Guía arqueolóxica do Alto Támega. Ya dije en una no lejana ocasión que en la parte alta del Támega se agrupa una gente batalladora e ilusionada por su tierra y que, albricias, está empeñada en protegerla en vez de arrasarla con eólicos, autovías y otras rarezas que poco aportan. Bruno Rúa es el autor del libro, que se autodefine como «filósofo, músico e arqueólogo é menos importante que amante da cultura e do coñecemento». En fin, cada uno se define como le da la gana, aunque meter en la solapa del libro desde las once óperas que al parecer cantó hasta «viaxeiro» y «erudito» es mucha harina para hacer el pan. Pero vaya, escapo de eso y con todo el cariño -no lo conozco de nada- le recomiendo la Janteloven.
Pero disquisiciones aparte, la mera existencia del libro (y va en la segunda edición) constituye una excelente noticia. Ojalá que todas las comarcas, subcomarcas, geodestinos o como diablos se llamen tuvieran una guía arqueológica. De manera que partimos del notable. Y no pasamos de ahí porque el autor demuestra ser un profundo conocedor de esa zona «tan rica en historia e cultura popular», pero haría bien en pedir a expertos (no creo que sea arqueólogo profesional) que le echaran un vistazo al texto antes de imprimirlo, porque contiene errores. Hasta donde yo sé, alguno. Y seguro que hay más. Pasa siempre -estas líneas en absoluto intentan minusvalorar su gran aportación-, pero si podemos evitar que esos errores sean menores, mejor que mejor.