Santiago de Compostela. He acudido a la entrega de premio a las mejores mieles y quesos gallegos en calidad de miembro del jurado de catas de quesos. La idea fue de la infatigable María José Mariño, que nos invitó a Telmo y a mí. Y Telmo qué más quería que estar en una movida de esas. Para mí era la tercera vez que iba a una cata de quesos, la primera en Galicia. Fue interesante, me lo pasé bien y el acto de entrega fue el sábado en la capilla del Hostal de los Reyes Católicos, un lujo de marco. La entrega de los premios fue a la vez solemne y desenfadada, sin etiqueta pero guardando las formas. El presidente Feijóo, que no se caracteriza por su oratoria brillante, dejó el discurso oficial a un lado y elaboró una narración interesante. No es que haya dicho cosas muy nuevas -excepto el énfasis en tomar más miel y menos medicamentos- pero las dijo de corazón, en lenguaje llano y hablando directamente para los productores de mieles y quesos, esos que levantan con su enorme esfuerzo el campo gallego o al menos evitan que se hunda más. El presidente ha mejorado su gallego, sin duda el paso por la oposición deja tiempo libre para esas cosas, pero alguien debería decirle que «mel» es masculino. Pero fuera de eso, impecable, como impecable fue el pincho de productos con denominación de origen que tomamos después. A resaltar el excelente papel de Marisé en la organización, muy tensa ella al principio, relajada después, sin perder la sonrisa nunca.