Con Negro. Había estado mil y una veces aquí, pero siempre circulando por el asfalto, que cierto es que no dista mucho de la línea de costa pero cierto es también que la oculta. Y lo que esconde es una fila de playas unidas por un sendero. O sea, que el coche sólo llega hasta aquí, hasta O Con Negro, y luego hay que andar a un lado o a otro. Una maravilla. Un ejemplo de alejar el feísmo. He venido ha hacer una ruta, y lo cierto es que he seguido las indicaciones del folleto que editó Turgalicia con contenidos de la Federación de Montañismo. Y como todo lo que atañe a las rutas en Galicia, un desastriño. Como uno siga las magras indicaciones que da -como hice yo- se perderá sin duda alguna -como hice yo-. Quien quiera hacer esa ruta, sin más, que busque el desvío al hotel San Vicente y nada de ir a las instalaciones militares, porque lógicamente están cerradas a los turistas y viandantes.
La ruta que acabo de hacer es preciosa. Me olvidé de la recomendada porque en algún punto es lamentable, con restos de obra por el suelo para tapar los desniveles. La parte negativa existe. Y tiene difícil solución en un país con seis millones de parados que no hacen nada. Y no me refiero a que tengan la culpa de estar parados o a que sean unos vagos, ni mucho menos al famoso «¡Que se jodan!» de una diputada del PP que curiosamente -¡este país es así!- sigue siéndolo. Me refiero a que no tienen obligación de hacer nada. Y mientras tanto nuestra costa, uno de nuestros grandes valores, está llena de desperdicios que arroja el mar. ¿Quién se supone que tiene que recogerlos?