Ribadeo. Hay ideas geniales. Aunque sean copiadas, en este caso -consciente o inconscientemente- de Gales, donde toda su costa, más de 1.300 kilómetros, está recorrida por un sendero peatonal. Así que de norte a sur o viceversa es posible ir caminando, sana actividad que además deja unos importantes réditos económicos sobre todo en el sur.
En Galicia no es posible ir de extremo a extremo, pero por todo el norte (o sea, por A Mariña lucense y parte de la costa atlántica coruñesa) sí existe un sendero magnífico que hizo no la Xunta, sino el malévolo ministerio centralista madrileño. Se trata de la Camino Natural de la Ruta del Cantábrico. Paisajes maravilloso, sorpresas geológicas más allá de la hiperconcurrida Praia das Catedrais y una costa impoluta salvando el desastre de Barreiros y el núcleo urbano de Foz en su extensión hacia el este. ¿Cuánta gente recorre esos 150 kilómetros? Nadie. Alguno habrá, como siempre, pero nadie. Tramos cortos, paseos, eso sí: miles. Pero la ruta, excelentemente bien señalizada, no es promocionada por nadie. Así es este país.