El sistema de bed and breakfast sigue siendo uno de los componentes del British way of life, de esa manera de concebir no el mundo sino las relaciones sociales. El imperio cayó aunque no falta quien piense que aún pueda volver, los pubs tradicionales cierran poco a poco, de vez en cuando surge el debate de si la monarquía ya está periclitada, pero los bed and breakfast sigue su expansión.
Nadie sabe el secreto de tal éxito, y aquellos que desde España afirman que después de todo no son más que pensiones a la vieja usanza simplemente no tienen ni idea de qué hablan.
En los bed and breakfast el silencio no suele existir. Desde el momento en que traspasa la puerta, el visitante sabe que está en manos de la patrona y acepta voluntariamente ser sometido a implacable y cordial interrogatorio sobre aspectos tan fundamentales como el tiempo, la estancia de los dueños en Mallorca diez años atrás o temas tan apasionantes como esos. pero solo y en silencio solo estará si se encierra en su habitación.
Yo he tenido una gran suerte hoy. He recalado en Broomshaw Hill Farm, las posesiones de Martín y Ann (nombres de dos de mis hijos, por cierto), que han reconstruido su árbol genealógico desde 1754 y lo han enmarcado. No solo el lugar donde se alza es excepcional, sino que una y otro son dos personas encantadoras, discretas y amistosas, muy amistosas. Hay que sumarle a ello que personifican la discreción en persona y no, no ha habido interrogatorio. No tienen ni idea de quién soy y qué hago. Ha habido disposición y entrega total para que me sienta lo más cómodo posible.
Pero a pesar de todo ello, la incógnita sigue: hay bed and breakfast que son un negocio, sin más. Otros están ahí para mantener una tradición de hospitalidad y para tener a alguien con quien hablar. Sin duda hay que ser británico para entenderlo.
PD/ Por cierto, BHF está muy cerca de la Muralla de Adriano, no lejos de Escocia.