Río Lambre. He aprovechado el soleado sábado -¡menudo día más estupendo!- para visitar una vez más el puente gótico sobre el río Lambre, que une las orillas de Miño y de Paderne. Construido por Fernán Pérez de Andrade, por ahí pasaban los peregrinos que desembarcaban sobre todo en el puerto de Neda y luego también en el de Ferrol. ¿Por dónde iban a pasar si no? Bueno, pues hace una veintena de años a algún listo de despacho se le ocurrió diseñar el Camino Inglés a Santiago haciéndolo pasar por otro puente justo en la desembocadura de la corriente y a dos kilómetros escasos de este, y que fue erguido… ¡en el siglo XIX, cuando no pasaba ni un solo peregrino por ahí! La revisión que se está llevando a cabo remató con tamaña barbaridad.
Así que los peregrinos volverán a pisar esta obra del siglo XIV. Lo cual exige que se cuide un poco más. No se ve en mal estado, no, pero el mundo vegetal tiene tanta fuerza y vigor en Galicia entera que convierte las piedras en guijarros. Así que habrá que estar vigilantes. ¡Ah! Y para empezar, prohibición total de que pasen por él los coches. Porque, sí, aunque parezca insólito, puede atropellarlo un coche.