Ribadumia. Tras cumplir con el sacrosanto deber de votar -los que sufrimos la dictadura de Franco sabemos muy bien lo que vale un voto-, qué manera mejor de celebrar la fiesta de la democracia que paseando por las partes bonitas que aún quedan en este país, a pesar del empeño de la gran parte (¿la mayor parte?) de sus ciudadanos por destruirlo como sea, vía autovías, AVE o edificios que atacan la vista. Y el lugar elegido fue Ribadumia, el paseo que desde la Diputación se dibujó pegado al río. Una gozada para disfrutar gente de todas edades porque no hay dificultad alguna. Y que gane el mejor.