Parada de Sil. Bajada desde el cámping Canóns do Sil al monasterio de Santa Cristina. Resumen: Maravillosa. Un camino muy estrecho, como los que me gustan a mí, tiene tres partes. La primera es de matrícula de honor, entre muretes que tiene más de un siglo y que adornan un bosque autóctono. La segunda es un descenso suave hasta cruzar, por paso indicado con adoquines que requiere una señal vertical, el asfalto. La tercera es un descenso brutal. Porque la cuarta, que la hay, son sólo 300 metros agradables. Y la vuelta, pues aplíquese la viceversa.
Me encontré con un monasterio impresionante y en muy buen estado. No habitado, pero eso es irrelevante. Para empezar, ¡albricias!, cobran la entrada, pero sólo a la iglesia. Ver el claustro, las dependencias monacales y subir a la torre para admirar tanto los murciélagos de herradura como lo castaños es… ¡gratis! Sólo se paga un euro por ver el interior de la iglesia, “para mantenimiento”, dice el funcionario amble y culto (o al menos se sabe el monasterio de rutinaria memoria). Recuerdo que en Cambridge, hace un año, para ver un monumento, no comparable porque era distinto pero no mejor, pagué 9 libras, 12 ó 13 euros. No creo que esos precios funcionen aquí, pero de ahí a 1 euro, que es lo que pagué hoy, hay un mundo. Y además hay que cobrar por entrar en todo el conjunto. espero que la activa alcaldesa de Parada de Sil esté ya en el asunto. Y el que no quiera que no lo pague, es su respetabilísima decisión. Pero pensar que los daneses, alemanes, finlandeses, holandeses y austríacos tienen que seguir pagando nuestras infraestructuras es no sólo erróneo sino amoral. ¿Usted quiere que la Ribeira Sacra tenga visibles y visitables sus innumerables tesoros? Pues páguelo. Y en vez de comprarse un cochazo -y mira que estoy viendo unos cuantos estos días-, pague para entrar en Santa Cristina. Por cierto, no le eche la culpa a Angela Merkel…