La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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bella

Copenhague. Impresionante edificio. El hotel Bella Sky Center, perteneciente a AC-Marriot, es un prodigio de la arquitectura. Luego pasa lo de siempre: lo de los arquitectos no tiene nombre. Todo es muy bonito, pero, ¿funcional? Hombre, tampoco hay que pedir tanto. De manera que mientras defeco (y ya ven mis lectores que soy culto) mi hija Ana se agacha y por el medio metro de altura que el cristal absolutamente transparente une la habitación con el cuarto de baño y me toma el pelo al ver mis esfuerzos orgánicos para cumplir con mi deber biológico. O sea, los señores arquitectos no se han enterado de que ese acto es, desde hace casi cien años, algo privado. Tampoco se han enterado de que no todo el mundo tiene la particularidad de que las alturas no le afectan -a mí me da igual, conste-, y las habitaciones en el piso 17, que es el mío, que dan la impresión de estar abiertas al vacío, no son para todos.

Además, los empresarios se han dedicado a pagarles a los arquitectos, no a los recepcionistas, y la que me tocó a mí es digna de despido a pesar de sus buenas intenciones. Pero claro, no tiene culpa: estaba en práctica y la dejaron sola. Cosas del señor Antonio Catalán (AC) y sus cómplices -perdón, socios- en este hotel.