Allariz. El casco urbano de Allariz está de matrícula de honor. Es todo él un producto turístico de calidad, y por ello hay que felicitar a sus dirigentes locales, porque gracias a esa visión de futuro hoy Allariz no es Xinzo de Limia y sus habitantes gozan de unos niveles de vida (y de ingresos) muy superiores a los de, por ejemplo, O Carballiño.
De manera que animado por el buen tiempo me voy a ver Santa Mariña de Augasantas, que desde hace un decenio no me dejo caer por allí. Y empiezo por la basílica de la Asunción y el Forno da Santa, ese templo impresionante, subterráneo, cerrado a cal y canto porque los ladrones hicieron de las suyas y el párroco tomó la única decisión sensata posible: gran candado. De manera que quien quiera ir tendrá que pedir primero la llave (allí hay un número de móvil).
Pero no es eso lo que me preocupa. Ni siquiera que fuera de la aldea, desde la que procede caminar un centenar de metros o poco más, no esté organizado el aparcamiento. Lo que me preocupa es lo que veo en mi caminar. No hago más comentarios: vea las fotos.