Red Natura del río Tambre. Un profeta estoy hecho yo. Decía ayer que había que salir aunque lloviera, como se hace en el norte de Europa, y cayó tal tromba de agua que ni yo podía abandonar mi Land Rover. De manera que, en cuanto pude, me planté ante el ordenador a escribir sobre el Outono Gastronómico, esa feliz idea de Turgalicia (Santi Bacariza está atrás). Lo cierto es que hay menos establecimientos de turismo rural este año que el pasado, pero eso no tiene por qué ser mala noticia. Es más, yo creo que hay que ser más estrictos con la selección e incluso cobrar una cifra simbólica para estar en ella. Porque Turgalicia se gasta sus buenos dinero (o sea, los suyos de usted y los míos) en dípticos y en un estupendo catálogo. O sea, publicidad gratis, de manera que hay que tomárselo en serio. Y es que la selección debe dejar fuera a quienes no ofrecen nada nuevo.
El Outono Gastronómico consiste en elegir un menú entre dos y pagar un precio fijo: 30 euros, IVA y vino (que tiene que ser gallego y con denominación de origen) incluido. ¿Qué atrae? Sin duda, el probar algo nuevo. Por ejemplo, los fideos con vieiras y gambas (Budiño de Serraseca) o el filete de ternera relleno setas y queso San simón da Costa (Muíño das Cañotas). Pero meter sopa de pescado, croquetas, caldo o ternera asada (todo ello, ejemplos reales) no atrae a nadie: eso lo hay en cualquier parte y más barato.
Seamos exigente con nosotros mismos. Y tampoco es tan difícil ser creativos en la cocina… siempre y cuando se sepa cocinar, claro está.